Para rezar con la Eucaristía

El Dios inmortal,
a quien alcanzamos por la fe,
entra en comunión con nosotros,
pobres mortales,
y, aceptando la oblación del pan y del vino,
nos los devuelve de nuevo a los fieles,
como Cuerpo y Sangre de Cristo,
mediante la Acción de Gracias santificadora;
y mientras la Bendición celeste
vivifica a la criatura visible,
el Creador invisible
penetra en el interior de los creyentes,
y, de esta manera,
quiere que se le ofrezca lo que consagró
o que se le devuelva
lo que generosamente entregó,
a fin de que le sea dado
lo que exige para nuestra salvación
y esto mismo nos ayude
a alcanzar la felicidad prometida.
R/. Amén.

Por la misericordia del mismo Dios nuestro,
que es bendito y vive y todo lo gobierna
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.