En el día de su Natividad
podemos rezar -muy despacio-
esta alabanza visigótico-mozárabe:
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Es justo y necesario que con todas nuestras fuerzas
demos incesantes gracias al Dios supremo e inmortal,
y a Jesucristo, su Hijo eterno,
quien por obra del Espíritu Santo,
fue concebido por la gloriosa y santa Virgen María
y nació de nuevo, por nuestra salvación;
él, de la descendencia de David, según la carne,
escogió a una Virgen purísima
de la que habría de nacer tal como habían anunciado los profetas.