Preparando las manzanas para Navidad

Es justo y necesario,
es en verdad nuestro deber y salvación alabarte,
oh Dios y Señor nuestro,
porque tú no apartaste la magnitud de tu amor
de la miseria de nuestra humillación,
sino que, compadecido de nuestros errores,
enviaste a tu Unigénito
como víctima y redención de nuestra debilidad,
para que nos abriera la puerta de la vida eterna
y nos librara de toda sujeción del seductor maligno
y, confortados con la fuerza de su ayuda,
nos reconciliara contigo por el ejercicio de obras santas.

Por esto, todos los ángeles y arcángeles
no cesan de alabarle, unánimes diciendo:

Santo, Santo, Santo…

(Textos visigóticos de Adviento)

Textos visigóticos para rezar en Adviento II

solos o en familia (2)

Bendición:

Señor Jesucristo, que otorgaste tu Espíritu a tus discípulos,
concede a tu Iglesia universal sus gracias y dones.

R/. Amén.

Que quienes han renacido por el agua y el Espíritu,
por su gracia, estén siempre revestidos de ti.

R/. Amén.

Que abunde en nosotros la caridad
fruto del Espíritu Santo
de modo que cubra y supere toda la multitud de los pecados.

R/. Amén.

Por la misericordia del mismo Dios nuestro,
que es bendito y vive y todo lo gobierna
por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

La obra del Espíritu

«Sin el Espí­ritu San­to, Dios está lejos,
Cristo perma­nece en el pasado,
el Evange­lio es letra muer­ta,
la iglesia, una simple organi­za­ción,
la autori­dad un domi­nio,
la misión pura propaganda,
el culto, una evoca­ción,
la praxis cristia­na una moral de esclavos.
Pero con Él,
el cosmos se inquieta y gime por los dolo­res del Rei­no,
Cristo resucitado está pre­sen­te,
el Evangelio es poder de vida,
la I­glesia significa comu­nión trini­ta­ria,
la autoridad es servicio libera­dor,
la misión es pentecostés,
la li­tur­gia memorial y anti­ci­pación,
el obrar humano queda deificado.»
Metropolita
Ignatios Hazim de Lattaquié

Textos visigóticos para rezar en Adviento I

solos o en familia (1)

Señor Jesucristo,
al celebrar los sagrados misterios de tu adviento,
humildemente te dirigimos nuestras preces,
para que, a quienes redimiste
en la encarnación de tu primera venida,
los corones de gloria en tu segunda aparición.

R/. Amén.

Por la misericordia del mismo Cristo, Dios nuestro,
que con el Padre y el Espíritu Santo, un solo Dios,
vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.