Imprescindible saber decir no

Jesús, Pedro y la suegra

Decir sí a Dios… la suegra y el silencio (domingo V TO. B)

Me buscan. Me reclaman. Me necesitan. Y yo busco a veces ir a un descampado y quedarme a solas con Jesús. Necesito ese silencio del que a veces huyo. Porque en los ruidos me cuesta hacer silencio.

Y por eso necesito poder descansar en sus manos, callado. Sabiendo que todo el mundo me busca. No importa. Él también me busca. Busca mi descanso. Busca que lo mire en mi soledad. Busca que sea capaz de quedarme con Él en silencio. Un rato, unas horas, un día.

 

¿Cuál es mi lugar de intimidad con Dios? ¿Qué tiempo de silencio le robo a mi día para Dios?

Sé que a veces la presión de atender a muchos es grande. Me buscan. Siento la exigencia del mundo. Me piden. Me exigen y esperan algo de mí. Me canso. Me agobio. Necesito buscar a Dios en el silencio.

Me gustan los descampados en los que poder orar. Parar para luego volver a la vida, a la entrega. Pienso en los lugares de paz en los que le encuentro a Él. Los dos a solas. Me gusta ese silencio. Allí estoy yo solo en mi soledad.

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