Jueves de la traición y de la entrega

 

Acepta benigno, Dios clementísimo,
y acoge propicio estas súplicas…
Te las presenta en tu santa Iglesia católica
el ministerio de tus sacerdotes,
en honor y en conmemoración de tus santos,
para alejar cualquier desastre o calamidad
y obtener la salvación de los pueblos,
para evitar todo peligro de muerte,
para la reconciliación y el perdón de los pecados,
para alcanzar el consuelo de la paz
y concédenos poder llevar una vida intachable.

R/. Amén.

 

Porque tú eres la vida de los que viven,
la salud de los enfermos,
y el descanso de todos los fieles difuntos
por todos los siglos de los siglos.

R/. Amén.

La mañana del Sábado Santo…

La Iglesia celebra cada año
los grandes misterios de la Redención de los hombres
desde la Misa vespertina del Jueves Santo en la Cena del Señor
hasta las Vísperas del domingo de Resurrección.
Durante el Sábado Santo, día de silencio,
la Iglesia permanece junto al Sepulcro del Señor,
meditando su pasión y muerte,
su descenso a los infiernos,
y esperando, en la oración y ayuno,
su Resurrección.
Las HH. Oblatas de Cristo Sacerdote
(c/ Gral. Aranaz 22 Madrid – Metro: Ciudad Lineal)
convocan a una oración mariana el sábado 31 de marzo,
que dará comienzo a las 12:00 horas.
Esta devoción,
denominada ‘Hora de Madre’,
se realiza con canto gregoriano.
Este año 2018 se presentarán
las <siete> palabras de María en el Evangelio.

 

Vigilia pascual y comunión pascual

La Vigilia pascual es el corazón del año litúrgico. En ella, la celebración de la Eucaristía es el «punto culminante, porque es el sacramento pascual por excelencia, memorial del sacrificio de la cruz, presencia de Cristo resucitado, consumación de la iniciación cristiana y pregustación de la Pascua eterna» (Carta fiestas pascuales, 90).

Al recomendar no celebrar deprisa la liturgia eucarística durante la Vigilia pascual, sino tener cuidado de que todos los ritos y palabras alcancen la máxima fuerza de expresión, especialmente la comunión eucarística, momento de plena participación en el misterio celebrado en esta noche santa, es de desear —remitiendo a los ordinarios de los diferentes lugares la estimación de la oportunidad y las circunstancias, en el pleno respeto de las normas litúrgicas: cf. Redemptionis Sacramentum, n. 100-107— que se alcance la plenitud del signo eucarístico recibiendo en la Vigilia pascual la comunión bajo las especies del pan y del vino (cf. Carta fiestas pascuales, 91 y 92).

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<Hora de Madre> del Sábado santo

La Iglesia celebra cada año los grandes misterios de la Redención de los hombres desde la misa vespertina del Jueves Santo en la Cena del Señor hasta la Vísperas del domingo de Resurrección.

Durante el Sábado Santo, día de silencio, la Iglesia permanece junto al Sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, su descenso a los infiernos, y esperando, en la oración y ayuno, su Resurrección. En este día se recomienda con insistencia la celebración del Oficio de lectura y de las Laudes con participación del pueblo o una celebración de la Palabra u otra celebración que corresponda al misterio de este día.

Por ello las HH. Oblatas de Cristo Sacerdote invitan una celebración (<Hora de Madre>) -con el canto gregoriano de <Las siete palabras de María en el Evangelio>- para esperar con la Virgen la victoria de Cristo.

LUGAR: c/ Gral. Aranaz 22 Metro. C. Lineal

HORA: 12 mediodía.

Lázaro, el rostro de Cristo

“Hasta los perros venían y le lamían sus úlceras” 
Lc 16,19-31

Introducción
La parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro es una parábola de contrastes. La cercanía local entre ambos personajes, entre la vida de lujos, placeres y refinamientos y la más profunda de las miserias unida a las llagas, a la
enfermedad, aumenta el efecto de contraste. Aunque la miseria de Lázaro es de grado extremo ya que su dolorosa enfermedad no le permite ir de casa en casa pidiendo limosna, el rico no se ocupa en absoluto de él, no por maldad sino porque ni siquiera le “ve”, porque su ceguera culpable no se lo permite, tiene la conciencia anestesiada. Ante esta dramática situación surge la pregunta:

¿Por qué ha enfermado Lázaro? Un lema de Cáritas alemana responde perfectamente a esta cuestión: “La pobreza enferma”. Hasta la salud, que tanto valoramos y cuidamos le es arrebatada a los pobres por falta de unos mínimos dignos para subsistir.
La parábola pone de relieve el funesto poder de las riquezas cuando no se ponen al servicio de la misericordia, piedra angular del cristianismo, y de la que únicamente depende la salvación, Mt 25,31-46.

Y ante esta parábola, ciertamente intranquilizadora, nos debemos preguntar: ¿nosotros dónde nos podemos situar? Sin duda, en el lugar de los cinco hermanos del hombre opulento porque todavía tenemos vida y con ella posibilidad de “escuchar a los profetas”, es decir, de actuar con misericordia, que es la única que nos salvará en el Juicio.

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