Rezando la oración del Señor en la alegría de la Pascua

Redentor y Creador nuestro,
cuya carne no conoció la corrupción en el sepulcro,
sino que resucitó llena de gloria por la potencia de Dios Padre.
Destruye benigno en nosotros
las heridas de la corrupción de la carne
y cíñenos con el cíngulo de la gloriosa castidad,
para que, superados los incentivos del pecado,
proclamemos desde la tierra las palabras que nos enseñaste:

Padre nuestro…