Apagado del Cirio en Pentecostés

Sugerencia para el final de la Misa de Pentecostés a fin de subrayar la conclusión de la Cincuentena Pascual
Al concluir la misa del Domingo de Pentecostés, el presidente de la celebración –u otro ministro idóneo- podría apagar el Cirio pascual con una cierta solemnidad.

 

Después de la bendición solemne del día puede cantarse el “Regina Coeli”; luego, un diácono, u otro ministro, puede decir estas o parecidas palabras:

Desde la Vigilia Pascual , el cirio Pascual ha estado presente en nuestras celebraciones, en él reconocemos la presencia de Cristo resucitado y participamos de su vida resucitada y resucitadora.

Ahora como a aquellos primeros discípulos, su Espíritu nos anima a ser sal de la tierra y luz del mundo, a ser testigos de esta luz en nuestros ambientes para comunicar la vida nueva que se nos ha dado.

Los bautizados, por la gracia del Espíritu, somos la presencia resucitada de Jesucristo en medio del mundo, también le encontraremos presente allí donde los hombres y mujeres se aman y trabajan por la justicia y la paz, también entre los pobres y oprimidos.

Vamos ahora a apagar este Cirio Pascual, pero esta luz no se extingue sino que se hace presente en nosotros «todos los días hasta el fin del mundo».

Todos cantan Aleluya; se inciensa el Cirio y se apaga. Después el diácono despide a la asamblea:

“Podéis ir en paz, aleluya, aleluya”.

También el Cirio puede llevarse en procesión al Baptisterio y allí realizar el gesto.
Nota para las comunidades monásticas:
se podría hacer este gesto al terminar las II Vísperas de Pentecostés.