El círculo (II)

El círculo es un símbolo que encontramos en todas las culturas y civilizaciones, posiblemente fue de las primeras figuras que el ser humano utilizo para comunicar ideas y conceptos.

El círculo en la mayoría de las culturas simboliza el sol, la totalidad, el ciclo de la vida y la piedra filosofal de la alquimia.
El círculo al carecer de principio y de fin, ha sido relacionado con la eternidad, la perfección, el infinito y el cosmos. Simboliza el tiempo y los ciclos de la vida y el mundo natural.
La Luna, los planetas y el Zodiaco utilizan la forma circular y cuando se quiere expresar igualdad se emplea la forma circular como en las mesas redondas de la ONU o la misma Tabla Redonda del rey Arturo.

 

De la anáfora de Narsés de Nísibe (s. V)

Las palabras que siguen ahora merecen una gran atención.

Son una explicación del sentido que tiene el mandato de celebrar el misterio dado por Jesús, llevado a cabo por los apóstoles y transmitido por ellos a nosotros hasta hoy:

 

“El mandó a sus amigos íntimos comer su cuerpo y advirtió a los a los suyos, que bebían su sangre.
Bendito el que cree y asiente a su palabra, porque, si está muerto, vivirá y, si está vivo, no morirá en sus pecados.
Con todo cuidado cumplieron sus apóstoles el mandato de su Señor y con diligencia lo transmitieron a los que venían tras ellos. Y así hasta ahora ha sido observado su (mandato) en la Iglesia y es observado (hoy) hasta que él haga cesar su misterio con su vuelta gloriosa y su manifestación.
A este efecto da gracias el sacerdote ante Dios y eleva su voz al final de esta plegaria para hacerla audible al pueblo. Hace sonora su voz y con sus manos signa los misterios  que están colocados (sobre el altar).
Y el pueblo concurre con el “Amén” y da su aquiescencia a la plegaria del sacerdote.”

“El Espíritu desciende no a causa de la dignidad del sacerdote, sino a causa de los misterios que han sido colocados sobre el altar. Tan pronto como el pan y el vino han sido colocados sobre el altar, ponen de manifiesto un símbolo de la muerte del Hijo, así como de la resurrección. Por lo cual, este Espíritu, que le resucitó de entre los muertos, desciende ahora y celebra (realiza) los misterios de la resurrección de su cuerpo.”

Bautismo y Confirmación (Crismación)

En el siglo III, Cipriano de Cartago, escribió en una carta:
«El mundo en el que vivimos es malo, Donato.
Pero en medio de este mundo he descubierto a un grupo de personas santas y serenas.
Son personas que han encontrado una felicidad que es mil veces más alegre
que todos los placeres de nuestras vidas de pecadores.
Estas personas son despreciadas y perseguidas, pero eso no les importa.
Son cristianos, Donato, y yo soy uno de ellos».

Son los bautizados y crismados por el don del Espíritu.
Es el acontecimiento tras la conversión a Cristo.
Bautizarse implica cambiar el modo de vivir.
En la Iglesia primitiva, dado que todavía no existían familias cristianas, el bautismo se administraba sobre todo a personas adultas. Recibían -como hoy- las catequesis de preparación llamadas Catecumenado y, en la fiesta de Pascua, recibían en la misma ceremonia los tres sacramentos de la Iniciación Cristiana:
Bautismo, Confirmación o Crismación y Eucaristía.
Existe una relación íntima entre Pascua e Iniciación Cristiana.
Pascua es una palabra judía y significa paso hacia la libertad.
La salvación de Cristo se aplica a cada ser humano gracias a la fe y el bautismo. El bautismo es la Pascua cristiana pues nos une con Cristo y nos hace pasar de la esclavitud del pecado y de la oscuridad, a la libertad de los hijos de Dios y a la luz de la fe.

El círculo

Nos encontramos ante el gran señor de los símbolos, el circulo.

Estamos ante una curva que se prolonga hasta volverse a encontrar.
El circulo es un punto extendido y sus propiedades
son también comunes a las del punto:
perfección, igualdad, ausencia de división o de distinción.
El circulo se considera en su totalidad indivisible,
sin movimiento, sin comienzo ni fin y sin variación alguna.
No teniendo ni  principio, ni fin,
el circulo es también signo de Dios y de lo eterno.
… Es signo de protección contra los malos espíritus y el demonio.

Orando por la paz en la Cincuentena 

Ad pacem

Conserva, Señor, en tu paz
a quienes redimiste con la abundante efusión de tu sangre;
libra de todo tropiezo a aquellos
por los que estuviste clavado en la cruz;
haz dignos, por medio de obras de caridad,
a quienes, guiándolos con tu gracia, adoptaste como hijos.
Que cuantos celebramos la victoria de tu resurrección,
al resurgir en el momento del último juicio,
seamos colocados a tu derecha con las ovejas para ser coronados.

R/. Amén.

Concédelo, oh Dios,
por el autor de la paz y del amor,
nuestro Señor Jesucristo,
con el cual eres una sola e igual esencia
en la unidad del Espíritu Santo que reina,
Dios, por los siglos de los siglos.

R/. Amén.