Ante el nombre de Jesús…

«Ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla
en el cielo, en en la tierra y en lo profundo de la tierra» (Filp 2,10).

 

 

1.      En el cielo: la estrella de Oriente

Centrando la imagen aparece la estrella: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; a los que moraban en tierra de penumbras de muerte, una luz resplandeció sobre ellos” (Is 9,1 cf. Is 60,1ss). La estrella que condujo a los magos a Belén aparece en un arco celeste y prolongada por tres rayos, en lectura claramente trinitaria: el que nace tiene su origen en la Luz (cf. Jn 1, 4.9).

El signo de la estrella que avanza para indicar el nacimiento ya vislumbra en el relato del vidente Balaán, hijo de Beor, que bendice a Israel (Num 22-24). Una de las bendiciones es un vaticinio mesiánico: “De Jacob surge una estrella, un hombre surge de Israel” (Números 24,17). La estrella estaba relacionada con la realeza. De hecho, la traducción de este versículo al arameo, la lengua hablada por los judíos, ofrece esta versión: “surge un rey de Jacob, el Cristo de Israel será ungido” (Targum de Onquelos). Será, únicamente, el evangelio de san Mateo el que nos refiera su presencia: unos magos de Oriente, guiados por la misteriosa estrella, preguntarán por el rey de los judíos que ha nacido (cf. Mt 2, 2). Será su luz la que les lleve a reconocer a quien hay que adorar y ofrecer dones (cf. Mt 2,11). Aparece, también, en los relatos apócrifos (Pseudo Mateo, xvi; “Protoevangelio” de Santiago, xxi; etc.).

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