«Por medio de una estrella radiante,
te manifestaste como hombre nuevo
en tu amable infancia,
y -único Dios en la Trinidad-
quisiste ser adorado por los tres magos…
desciende hoy hasta nosotros,
Rey de Reyes,
como lo hiciste con Moisés en el monte Sinaí…
[y haz que nuestra oración]
te sea agradable como fue
la de tu sacerdote Melquisedec»
(cf. PG Epifanía, lit. hisp.moz)