¡Victoria!

Hermanos,
sabéis que Dios, en el Antiguo Testamento,
quería que se le ofrecieran los diezmos de todo;
y sabéis también que estos días de cuaresma
vienen a ser como los diezmos de nuestra vida, 
de cada año,
que hemos de ofrecer a Dios;
pidiendo pues perdón de nuestros pecados
mantengámonos constantes y unánimes
en el ejercicio del ayuno y de la oración;
y recordando la oración del Señor,
con el corazón y la boca digamos desde la tierra:
Padre nuestro…

(AOD, miérc., I semana de Cuaresma)