Acuérdate… 

Con esta sentencia,
la venerable tradición hispano-mozárabe
nos ayuda a no caer en el olvido de lo fundamental:
<Acuérdate de Jesucristo…> (2 Tim 2, 8).
Cristo nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13,1ss)
y lo mostró con su Gloriosa Pasión (muerte y Resurrección).
Meditar en silencio ese amor y esa entrega es el objeto de estos días cuaresmales.
Un propósito de esta Cuaresma -para toda nuestra vida- es custodiar más en silencio en la iglesia:
dejando espacios para los hermanos que quieren orar
y aprovechando el atrio para el encuentro y saludos.
Al concluir cada celebración de estos días de Cuaresma
conviene permanecer un rato en silencio -en nuestro lugar-
para rumiar en silencio la celebración comunitaria.