Un gesto para el hogar: el lucernario en el Adviento.

Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico.

Su celebración “tiene una peculiar fuerza y eficacia sacramental
para alimentar la vida cristiana” (S. Pablo VI).

Para tener presente esta idea en cada hogar merece la pena difundir la Corona de Adviento. En efecto, la colocación de unos cirios -sobre una corona de ramos verdes- es una catequesis y una celebración.

Sus luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia (cf. Mal 3,20; Lc 1,78).