Cada uno aporta mucho al conjunto.
La sola presencia es un acicate para el otro.
Estar juntos, celebrar juntos… y cantar juntos.
Sobre el canto,
que tanto valoramos,
el Concilio Vaticano II pide:
“Procúrese que los fieles sean capaces
de recitar o cantar juntos en latín
las partes del ordinario de la Misa que les corresponde” (SC 54).
Cada martes tenemos algunos ejemplos:
- Dóminus sit semper vobíscum. Et cum spíritu tuo.
- Oremus.
- Hágios, Hágios, Hágios, Dómine Deus, Rex ætérne, tibi laudes et grátias.
- Glória et honor Patri et Fílio et Spirítui Sancto, in sæcula sæculórum. Amen.
- Credimus…
- Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dóminus Deus Sábaoth. Pleni sunt cæli et terra glóriae maiestátis tuæ. Hosánna Fílio David. Benedíctus qui venit in nómine Dómini. Hosánna in excélsis. Hágios, Hágios, Hágios, Kýrie, o Theós.
- Pater noster…, etc.
La música -con su letra- no es un añadido a la liturgia.
En la celebración el canto crea asamblea,
nos educa
y nos une a los coros celestes.