<Dios aguarda la penitencia del pecador; pero esta penitencia es verdadera cuando el hombre no vuelve a hacer más los males que hizo, sino que pide perdón de los pecados pasados y es cauto en el futuro para no volver de nuevo a los mismos, sino que, por el contrario, hace obras buenas:
cuando da limosna al pobre hambriento y se preocupa de cuidar al huésped cansado.
«Y todo lo que queréis que se haga con vosotros, hacedlo con los demás”,
pues en estas palabras se resumen los mandamientos de Dios>.
(San Martín de Braga, + 580)
***