En la tradición hispana se encuentra el Kyrie
en las Preces cuaresmales y en la misa de difuntos.
También en los oficios de la mañana y de la tarde.
Nuestra peregrina Egeria oyó su canto en el Jerusalén del siglo IV:
«A medida que el diácono dice los nombres de varias personas (los dípticos)
un grupo de muchachos permanece de pie
y responden siempre, kirie eleison,
como si nosotros dijéramos, Miserere Domine«.
Parece que entra en la celebración eucarística en el II concilio de Vaison (529)
a imitación de otras liturgias: