San Isidro, labrador de Madrid

El 15 de mayo los agricultores cristianos vuelven su mirada a un mozárabe madrileño: Isidro, sin apellidos.
Un labriego de aquel  Mayrit que, al compás su nacimiento, entraba de la mano de Alfonso VI en la historia de Europa.
El 15 de mayo no es es el día de la muerte del santo. Normalmente a los mártires como a los confesores de la fe se les recuerda el día de su «nacimiento para el cielo».
Sin embargo, en el caso del madrileño tuvieron más fuerza las fiestas primaverales -en tiempo de Pascua- que concitaban a propios y extraños allende el Manzanares (Guadarrama, se decía antes), donde hoy se levanta la Ermita del Santo.
Estas reuniones campestres, de las parroquias de san Andrés de Madrid y Santiago de Carabanchel, primero en la octava de Pascua y después -como hoy- a mediados de mayo parecen ser continuación de aquella «rusticatio paschalis» medieval donde los mozárabes madrileños celebraban la «Pascha annotina» o renovación bautismal de su fe.

 

Hoy lo hacemos desde casa: prendemos una luz, llenamos un platillo con sal y renovamos nuestra fe rezando el Credo y el Padrenuestro.

 

Nada mejor para hoy que la audición del Himno IV a san Isidro
del códice de Juan diácono:
<En presencia del santo>