Memoria de san Bonifacio, obispo y mártir. 

 

Este monje del Sur de Inglaterra – de nombre de Winfrid por el bautismo- es el evangelizador de Alemania. En Roma el papa san Gregorio II lo ordenó obispo y dio el sobrenombre de Bonifacio, enviándolo después a Germania para anunciar la fe de Cristo a aquellos pueblos. Rigió la sede de Maguncia (Mainz) y, hacia el final de su vida, al visitar a los frisios en Dokkum, consumó su martirio al ser asesinado por unos paganos. ( 754).

 

En el icono vemos -en la «A» de «San»- el árbol de Pascuas:
la tradición dice que después de talar la encina sagrada de Thor -donde se hacían sacrificios humanos- plantó un abeto en honor de Cristo, el viviente (Ap, 1,18). Catequéticamente presentó a Cristo como el verdadero árbol de la vida (Ap. 2,7). La costumbre popular adornó el árbol con manzanas (en recuerdo del árbol del paraíso) y velas (luz de Redención).
El hecho se sitúa en Geismar (hoy parte de la ciudad de Fritzlar, en el norte de Hesse) en el 723 A.D.
En el icono vemos, también, un libro en su mano izquierda atravesado por la espada: son las obras de san Isidoro de Sevilla que el santo llevaba en sus manos al morir.

 

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Hablando de árboles y bosques…
una música más cercana: los montes de la Sierra de Guadarrama