Ad Orientem

Comunidad de Alcalá de Henares al canto del Pater Noster.

 

Tanto en la liturgia de la Iglesia (oración pública)
como en la oración personal (oración privada)
rezar hacia la salida de la luz
es una expresión de esperanza.
Los antiguos cristianos marcaban con una cruz
en sus hogares el lugar del nacimiento del sol
para dirigir hacia allí la oración:
hacia el Sol que no tiene ocaso.

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<Miremos hacia Oriente>, decía la monición del diácono en la antigua liturgia de Egipto al comenzar la Plegaria Eucarística. El pueblo respondía y actuaba con <los corazones hacia el Señor>.

“En la Iglesia antigua la orientación de la celebración era hacia oriente, no solo para el celebrante, sino también para todos los fieles. Si la puerta de entrada se situaba hacia oriente, entonces el celebrante estaba «detrás» del altar vuelto hacia la comunidad, pero contemplaba únicamente espaldas, dado que para orar también la comunidad se volvía hacia oriente. Como la mayoría de las iglesias de nueva construcción se orientaban, la orientación de la celebración conllevaba orar <versus altare>” (M. Kunzler, La liturgia della Chiesa, Jaca Book, Milán 1996, 229).

 

Los edificios sagrados -para la reunión de la Iglesia orante- son un signo que nos indica el camino hacia Aquel que viene y, por ello, acostumbra a construirlos orientados. Cfr. Congregación para las Iglesias Orientales, Istruzione per l’ applicazione delle prescrizioni liturgiche del Codice dei Canoni delle Chiese Orientali (Istruzione): Enchiridion Vaticanum 15: Documenti ufficiali della Santa Sede 1996, ed. E. Lora, Bologna 1999, nn. 88. 102.