El <nicho> en las iglesias hispanas

Nicho visigótico en Talamanca del Jarama (Madrid)

 

“En las iglesias visigodas el nicho se presenta como el punto culminante de la programación iconográfica sumamente elaborada y concebida en sentido ascendente.

Su origen inmediato hay que buscarlo en el mundo bizantino, dentro del esquema general de la «arquitectura de poder» de las construcciones áulicas tardorromanas.

Estas consideraciones, unidas a la aparición de algunos ejemplares in situ, permiten defender la idea -adelantada ya por Íñiguez Almech- de su ubicación en el fondo de las iglesias visigóticas, presidiendo el santuario y en relación directa con las mesas de altar.

El análisis interno de los ejemplares revela, además, la influencia del arquetipo simbólico del Templo de Jerusalén, cuyos elementos ideológicos se han visto reelaborados desde una óptica eminentemente cristológica, y en la que se puede vislumbrar una creciente presencia de la lectura del Apocalipsis pareja a la influencia que este libro sagrado tuvo en el desarrollo de la liturgia de la época”

(J. Morín de Pablos / R. Barroso Cabrera).

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La alabanza
entre la liturgia de la Palabra
y la liturgia eucarística

 

La exposición de la Misa (galicana) de clara vinculación hispana, atribuida a san Germán de París, ofrece esta catequesis sobre el Aleluya:

 

“Los Laudes, esto es, el Alleluia, los oyó cantar en los cielos Juan, en el Apocalipsis, tras la resurrección de Cristo (Apoc. 19, 1.3.4.6 Cfr. San Isidoro, De Eccl. Off. I, 13, 1).

 

De este modo, en el momento en que el Cuerpo del Señor es ocultado por el velo, Cristo desaparece tras el cielo, y la Iglesia entona, como acostumbra, el canto angélico, que contiene en sí el mencionado Alleluia.

 

Repetido por tres veces, señala las tres épocas: antes de la ley, bajo la ley y bajo la gracia” (Ps. Germán de París, Exp. Missæ, 20).

 

La aclamación aleluyática se canta en Occidente en todos los domingos y fiestas. Se suprime durante la Cuaresma. En la gran tradición occidental la despedida de esta aclamación se convertía en un rito precuaresmal. En el tiempo pascual, por otra parte, es cantada con toda solemnidad como aclamación de los redimidos por la Pascua del Cordero.

En el Rito hispano, excepto en Cuaresma, el Aleluya siempre acompaña el canto de la Comunión (cf. Salmo 33).

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La <orientación> según Evdokimov

 

“El rectángulo central del templo se llama nave, pues el Arca de Noé es figura profética de la Iglesia. Un templo es como un barco lanzado a los espacios, que se dirige hacia el Oriente.

La Didascalia de los apóstoles, citando el salmo 67: «Dios se alza sobre los cielos hacia Oriente» [otra traducción “cielos antiquísimos”], y los Hechos (1, 11): «Cristo volverá como le habéis visto ascender», nos muestran el origen de la oración dirigida hacia Oriente: es la espera de la vuelta del Señor:

«Como el resplandor que viene de Oriente,
así aparecerá el Hijo del Hombre» (Mt 24, 27).

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Heptadas o conjuntos septenarios

“El siete es protagonista aventajado en la colección de números simbólicos, venerado en Babilonia por referencia al curso de las cuatro fases de la luna —medidora del tiempo—, cada una de las cuales dura siete días. De ahí pasó a asociar la idea de la septena con la de periodo lleno o completo, y con el concepto de un todo acabado y perfecto.

El pueblo hebreo sacralizó con tal número, uno de los más destacados en la aritmología bíblica, hechos, objetos e instituciones. A base de heptadas y en formulación catequética se narraba la actividad divina, y se regulaban los tiempos sagrados, el trabajo y el culto.

Así: siete días de la creación (Gen 1; 2, 2-4); el día séptimo o sábado (Ex 20, 10; 23;12); el año séptimo o sabático (Ex 23, 11); siete veces al día se alaba a Yahvéh (Sal 119, 164); quien mate a Caín lo pagará siete veces (Gen 4, 15); con siete y sus múltiplos se producirá la venganza (Gen 4, 24); los sueños de Faraón: siete vacas lustrosas y siete vacas flacas, siete espigas lozanas y siete asolanadas (Gen 41, 2-8); siete años de abundancia y siete de hambre (Gen 41, 26-32); el candelabro de los siete brazos (Ex 25, 31-37); las siete lámparas y la omnisciencia divina (Zac 4, 2-11); el sacerdote rociará con sangre siete veces (Lev 4, 6; Núm 19, 4); el leproso será aspergado siete veces (Lev 14, 7); los sacerdotes dieron siete vueltas a Jericó con las siete trompetas jubilares (Jos 6, 4-5); el siervo de Elías tuvo que ir y venir siete veces para comprobar si llovía (I Re 19, 43-44); Naamán se lava siete veces en el Jordán (2 Re 5, 10); siete veces cae el justo (Prov 24, 16); desolación para una madre de siete hijos en el frente (Jer 15, 9); siete hermanos sufren martirio junto a su madre (2 Mac 7)… Las citas del AT podrían alargarse con amplitud.

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En el día de santa Ana y san Joaquín:

una oración visigoda,
con los ancestros de Jesús
 
 

Es justo y necesario, Señor,
orar e invocarte siempre,
a ti, que, desde el principio,
escuchas con bondad las plegarias de tus siervos
y te muestras propicio;
anticipas tus beneficios a cuantos te invocan,
realizas gestas maravillosas y no niegas tu perdón,
otorgas siempre tu amor y muestras tu providencia.
Así, cuando Moisés te suplicó
con las manos extendidas, imagen de la cruz,
en Amalec venció al diablo;
así, cuando Josué invocó al Señor,
por la fuerza del nombre divino,
prolongó el día hasta vencer al enemigo,
tal como nuestro Jesús, la luz verdadera que había de venir,
crecería siempre más hasta destruir las tinieblas;
así, Samuel, después de haber orado,
aterrorizó los duros corazones del pueblo
con un vendaval y los conmovió con truenos
dando testimonio anticipado de Cristo,
quien haría resonar las amonestaciones evangélicas;
así David, cantor de himnos,
con la gracia de la oración hizo más dulce el canto de los salmos;
así cuando Salomón dedicó el templo del Señor
mientras oraba con las manos extendidas
también él indicó de alguna manera el signo de la cruz;
así Asaph y Josafat, nobles reyes,
que guiaban al pueblo de Dios con toda piedad,
derrotaron más con la plegaria que con las armas
a numerosas huestes de enemigos;
así Ezequías, mientras entre lágrimas
volvía de la muerte a la vida,
convirtió las horas del ocaso del sol en un amanecer.
Así Elías, en cuya boca parecía estar la llave del firmamento,
con la oración cerró y abrió el cielo;
así Eliseo, devolvió la vida al difunto con la plegaria,
cuando recostado trataba de reanimar los miembros inertes;
así Jonás, hundido en el mar y devorado por el pez,
no cesó ni un momento en la oración,
de modo que ni el monstruo ni la tempestad pudieron dañar
a quien suplicaba desde el antro de las intrincadas entrañas;
así los tres jóvenes orantes no sintieron el fuego que los rodeaba
y la armonía de la plegaria pudo vencer
al estrepitoso crepitar de la llamas;
así Daniel en el foso por medio de la oración
contuvo las ávidas fauces y las bocas decididas de los leones.
Así nuestro Señor Jesucristo,
fiel en todas sus palabras y santo en todas sus acciones.
dio a los que le siguen una norma para orar,
en la cual consiste toda la salvación;
así ordenó a los apóstoles orar sin desfallecer nunca;
así prometió a cuantos suplican con fidelidad y amor
concederles lo que pidan con fe en la oración;
así, no sólo encomendó sus discípulos al Padre,
orando antes de la pasión,
sino que también, durante la pasión, oró por sus enemigos;
así, exaltado a la derecha de Dios, reina por siempre
y por nosotros intercede sin cesar.
A él, contigo, oh Padre, y en la unidad del Espíritu Santo,
el innumerable ejército de los cielos
alaba, respeta, suplica, adora, glorifica,
honra, venera, exalta como Creador,
y con incansable encomio bendice,
ensalza, confiesa y dice: Santo, Santo, Santo…
 
Illatio Dom VIII  cot
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Patrón de España

Icono del hijo del Zebedeo en Magdala junto al Lago de Galilea

El apóstol Santiago, hermano de san Juan Evangelista, con Pedro y Juan fue testigo de la transfiguración y de la agonía del Señor.
Decapitado poco antes de la fiesta de Pascua por Herodes Agripa, fue el primero de los apóstoles que recibió la corona del martirio.

 

Oremos hoy:
<Es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso, Pastor eterno.
Porque Santiago, testigo predilecto,
anunció el Reino que viene por la Muerte y Resurrección de tu Hijo,
y, el primero entre los apóstoles, bebió el Cáliz del Señor.

 

Con su guía y patrocinio
se conserva la fe en España y en los pueblos hermanos
y se dilata por toda la tierra,
mientras tu Apóstol alienta a los que peregrinan
para que lleguen finalmente a Ti, por Cristo, Señor nuestro.

 

Por eso, Señor,
con todos los ángeles
te alabamos ahora y por siempre,
diciendo con humilde fe:

 

Santo, Santo, Santo…

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La tradición hispana celebra al Apóstol el 30 de diciembre.
Sin embargo, el primer Calendario hispano (denominado mozárabe o de Recemundo del año 961)
también indica esta fiesta del 25 de julio. Lo mismo acaece en el Calendario hispano de Silos (1052).
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El nicho visigótico emeritense

El <nicho> es un elemento de la arquitectura religiosa visigótica aunque de prototipo bizantino.

Parece que hizo su aparición en la pujante Emerita de finales de la sexta centuria: la Mérida lusitana, colonia de comerciantes sirios y sede de los obispos griegos Paulo y Fidel.

<El nicho>, desde la capital de Lusitania, se extenderá por todo el reino de Hispania.

El estudio de este precioso elemento muestra que los nichos forman parte de un programa iconográfico eclesial junto con los canceles de tema <avenerado> o con flores de lis, con triple crismón o con el árbol de la Vida.

El <nicho> prototípico es el emeritense donde aparece el Crismón gemado del que penden las letras apocalípticas Alfa y Omega. Esta iconografía presenta una similitud con los ladrillos visigóticos decorados con una menorah o candelabro de siete brazos que en el cristianismo simboliza el Espíritu septiforme y la universalidad de la Iglesia. Los dos motivos arborescentes que flanquean al crismón y parecen rendirle homenaje parecen palmeras -árbol de la vida paradisíaco- aunque, también, podrían aludir a los dos olivos de la profecía de Zacarías (4,3-11). Su presencia, con todo, evoca a los dos serafines que custodiaban el Arca de la alianza en el Templo de Jerusalem.

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María Magdalena lo contempló vivo en el jardín

 

 

Padre, “nosotros, en cambio,
aunque no hemos visto con los ojos corporales
a tu Hijo encarnado, nuestro Señor Jesucristo,
en verdad sabemos, creemos y confesamos
que, contigo y con el Espíritu Santo,
es un solo Dios en la Trinidad;
que asumió nuestra carne mortal y la elevó hasta el cielo,
como prenda de nuestra salvación eterna.
 

Te pedimos, Dios santo y misericordioso,
que esta confesión nos conduzca a la gloria;
que esta fe nos libre de la muerte eterna;
que esta esperanza consuele
a los que lloran en las dificultades presentes
y otorgue para siempre los goces eternos.
Cuando, al finalizar el curso de esta vida,
lleguemos a obtener el premio de la vocación cristiana
veamos en la gloria de Dios
a Aquel que es la prenda de nuestra condición humana”.

Illatio Hisp-Moz Dom IV Cuar “Mediante”

La fiesta de esta «Discípula del Señor» ya se encuentra
en el calendario mozárabe de Córdoba (o de Recemundo).

La santa tenía, ya en el s. XII, una iglesia la madrileña zona de Carabanchel.
San Isidro la visitaba con frecuencia.