Heptadas o conjuntos septenarios

“El siete es protagonista aventajado en la colección de números simbólicos, venerado en Babilonia por referencia al curso de las cuatro fases de la luna —medidora del tiempo—, cada una de las cuales dura siete días. De ahí pasó a asociar la idea de la septena con la de periodo lleno o completo, y con el concepto de un todo acabado y perfecto.

El pueblo hebreo sacralizó con tal número, uno de los más destacados en la aritmología bíblica, hechos, objetos e instituciones. A base de heptadas y en formulación catequética se narraba la actividad divina, y se regulaban los tiempos sagrados, el trabajo y el culto.

Así: siete días de la creación (Gen 1; 2, 2-4); el día séptimo o sábado (Ex 20, 10; 23;12); el año séptimo o sabático (Ex 23, 11); siete veces al día se alaba a Yahvéh (Sal 119, 164); quien mate a Caín lo pagará siete veces (Gen 4, 15); con siete y sus múltiplos se producirá la venganza (Gen 4, 24); los sueños de Faraón: siete vacas lustrosas y siete vacas flacas, siete espigas lozanas y siete asolanadas (Gen 41, 2-8); siete años de abundancia y siete de hambre (Gen 41, 26-32); el candelabro de los siete brazos (Ex 25, 31-37); las siete lámparas y la omnisciencia divina (Zac 4, 2-11); el sacerdote rociará con sangre siete veces (Lev 4, 6; Núm 19, 4); el leproso será aspergado siete veces (Lev 14, 7); los sacerdotes dieron siete vueltas a Jericó con las siete trompetas jubilares (Jos 6, 4-5); el siervo de Elías tuvo que ir y venir siete veces para comprobar si llovía (I Re 19, 43-44); Naamán se lava siete veces en el Jordán (2 Re 5, 10); siete veces cae el justo (Prov 24, 16); desolación para una madre de siete hijos en el frente (Jer 15, 9); siete hermanos sufren martirio junto a su madre (2 Mac 7)… Las citas del AT podrían alargarse con amplitud.

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