Responsorio mariano

 

 R. Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña,  
en las grietas del barranco, déjame ver tu figura.  
* Déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro,  
porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.  
V. Y una gran señal apareció en el cielo:  
una Mujer, vestida del sol,  
y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.  
R. Déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro,  
porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante. 

(Ct 2, 14; Ap 12, 1 )

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