En la Octava de Navidad:
«Te Deum» y «Veni Creator»

 

En el último día del año civil solemos rezar el himno Te Deum
como acción de gracias a Dios:

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra, te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.

Creemos que un día has de venir como juez.

Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

***

FORMULARIO de la Misa de Navidad (latín & español)

Misa en Rito Hispano-Mozárabe In Nativitate Domini

Merece la pena rezar con estos textos.

****

Sucedió en 2020…

 

“Entre el 14 de marzo y el 2 de mayo de 2020 España se paralizó para contener el avance letal del COVID-19. Todos los ciudadanos, adultos, ancianos y niños, fueron confinados en sus hogares. Las escuelas cerraron, los trabajos se volvieron virtuales —o inexistentes— y cualquier interacción fuera del núcleo de convivencia presentaba una amenaza muy real. Toda España se paralizó excepto los llamados trabajadores esenciales, hombres y mujeres que debían salir a las calles a pesar del virus para que nuestras vidas pudieran seguir. Para que el agua saliera del grifo, las medicinas llegaran a los enfermos, la basura no se acumulara, la seguridad se mantuviera, las casas tuvieran energía, y para que los que sufrían los efectos económicos del estado de alarma tuvieran algo que comer todos los días. Salían, en resumen, para que los demás pudiéramos quedarnos en casa.

Esta situación reveló dos evidencias. La primera es que la ciudad no funciona gracias a un sistema automático, sino que lo hace gracias al sí de personas concretas cuyo trabajo es esencial siempre, con o sin la amenaza de una pandemia. La segunda es que estas personas no cuentan, en nuestra sociedad, con un reconocimiento a la altura de la importancia de su labor; no sólo faltan portadas de revistas semanales con el rostro de repartidores de butano o cajeros de supermercado: es que yo no conozco la cara ni el nombre de la persona que recoge mi propia basura desde hace años».
Lupe de la Vallina

Acabando el año debemos dar las gracias a Dios por cada uno de ellos.

Hoy elevamos una oración porque gracias a estas personas, y a tantas otras, mi vida sigue adelante.

No olvidamos en nuestra plegaria a los que están solos, a los enfermos y a sus familias.

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Thomas Becket: 850 años

El 29 de diciembre de 1170,
comenzado el Oficio de Vísperas en la Octava de Navidad,
cuatro caballeros del rey de Inglaterra entraron en la catedral de Canterbury
y exigieron que el arzobispo Becket fuera a Winchester para ser juzgado;
cuando se negó lo martirizaron justo delante del altar.

Lugar del martirio del santo obispo en la catedral de Canterbury.

***

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Los villancicos, el belén y Herodes

Pampanitos verdes, hojas de limón…

 
Se ha escrito mucho sobre los villancicos navideños. Estos cantos no solo comunican la alegría propia de la Navidad del Señor, sino que transmiten la fe que celebramos. Enseñarlos, cantándolos, es una manera eficaz de transmitir la fe. En España, durante siglos, los villancicos han sido una catequesis en familia.
Veamos algún ejemplo:

 

«25 de diciembre» es un villancico popular catalán que se ha popularizado desde el s. XIX tanto en español como en inglés:

 

Veinticinco de diciembre
Fum, fum, fum.

 

Un niñito muy bonito
ha nacido en un portal.
Con su carita de rosa
parece una flor hermosa
Fum, fum, fum…

 

¡Vamos!¡Vamos pastorcillos!
Fum, fum, fum…

 

Vamos con la pandereta y
castañuelas al portal,
A adorar al Rey del Cielo
que ha aparecido en el suelo
Fum, fum, fum…

 

Veinticinco de diciembre
Fum, fum, fum.

 

Ya ha nacido el pequeño,
rubio, blanco e inmortal,
Hijo de Santa María,
sabía que nacerías,
fum, fum, fum…

 

Desde el cielo estás mirando
fum, fum, fum.

 

A la Tierra rutilante
que relumbra con su luz
y al amor del firmamento
celebrando el nacimiento, de Jesús.

En la octava de Navidad:

mirando a la familia
desde la Familia

 

 

Te suplicamos, Señor,
por intercesión de la Virgen, Madre de Dios,
y de san José,
que guardes a nuestras familias,
en tu gracia y en tu paz verdadera;
porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne,
la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor,
para que, conociendo a Dios visiblemente
juntos lleguemos al amor de lo invisible.
Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

 

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La Visitadora con textos para leer y escuchar

 

Un libro para leer y regalar:

 

 

Un bello texto para rezar en este día de san Esteban:

 

Christe, Redemptor:
himno navideño de Vísperas
(versión española del s. XVIII)

O Jesús, Redentor de los mortales,
que antes que hubiese luz, fuiste engendrado
del Padre de las luces más sagrado
igual en sus grandezas celestiales:

Tú, Luz del Padre eterno refulgente,
Esperanza de nuestros corazones,
atiende a las humildes oraciones,
que hace el orbe postrado y reverente.

Acuérdate, Hacedor del universo,
de que en tiempo la forma recibiste
de nuestro frágil cuerpo, y que naciste
del vientre de la Virgen puro y terso.

Este presente día testifica
en su círculo anual, que del Paterno
seno desciendes, y hecho niño tierno,
eres salud que al mundo vivifica.

A él la tierra, los astros y los mares,
y quanto está debaxo de la esfera
como a Autor de la vida le venera,
y entona en su loor nuevos cantares.

 

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Navidad del Señor

“En el principio existía el Verbo…
que era Dios… Y el Verbo se hizo carne”
(cf. Jn 1,1.14)

 

El concepto “Verbo” se puede traducir por “Palabra viva” o “Palabra activa”.
Algunos proponen interpretar la palabra Logos,
que es el griego original y traducido al latín esVerbum,
como “sentido”, “razón” o “comunicación amorosa”.
Goethe (+1832) al comentar el término Logos (Palabra o Verbo)
recordaba ese concepto se puede entender mejor
relacionándolo con los aspectos de «Sentido, Fuerza y Acción».

“En el principio era la relación” dice Simone Weil (+ 1943).
Todas las traducciones son pobres
a la hora de hablar del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús,
el Cristo a quien esperamos glorioso al final de los tiempos
y cuya presencia recordamos en Navidad,
como hijo de María.

Día de Nochebuena:
día de la «Kalenda»

«Hoy sabréis que viene el Señor
mañana contemplareis su gloria»
 
Hodie scietis quia veniet Dominus, 
et mane videbitis gloriam eius (Ex 16, 6s)

 

«Dos cosas hallo que considerar en estas palabras que hoy canta la sancta madre Iglesia:
las buenas nuevas que nos trai,
las albricias que nos pide,
los buenos días,
las buenas pascuas que nos da.
Y lo primero con que nos da estas buenas pascuas
y de que nos pide las albricias:
Et mane a videbitis gloriam eius; 
que mañana veremos la gloria de Dios.
A las lágrimas y pobreza, etc., llama gloria de Dios,
porque el bien del hombre lo llama suyo
y porque nuestra gloria está en sus manos;
y lágrimas, etc.
Dice que videbimus gloriam Dei. 
A la obra de la redempción y encarnación es propio de la Iglesia y prophetas
llamar la obra de misericordia de Dios» (finales s. XVI).

 

Audición:

 

 

Hódie sciétis, quia véniet Dóminus et salvábit nos: 
et mane vidébitis glóriam ejus. 

 

Vs. Qui regis Israël, inténde: 
qui dedúcis, velut ovem, Joseph: 
qui sedes super Chérubim, 
appáre coram Ephraim, Bénjamin, et Manásse.

 

Hoy sabréis que vendrá el Señor y nos salvará
mañana veréis su gloria.

 

«Pastor de Israel, escucha,
Tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés
[despierta tu poder y ven a salvarnos]»

 

 (Ex 16:6-7, Ps 79:2-3)

 

Con el texto: ·Del Señor es la tierra y cuanto la llena
el orbe y todos sus habitantes» (Sal 23, 1).
Este salmo canta la entrada solemne de Dios en su templo.

 

También se puede encontrar con este texto:

 

«Decid a los de corazón apocado:
Esforzaos, no temáis;
he aquí que vuestro Dios viene con su paga;
Dios mismo vendrá, y os salvará» (Is 35,4; cf. 40,10).

 

***

 

Una versión del texto de la Kalenda o Anuncio de la Navidad:

 

Habían pasado innumerables siglos desde la creación del mundo,
cuando Dios hizo cielo y tierra;
y formó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza.
Miles de años después del diluvio,
cuando el Altísimo puso el arco iris en el cielo como signo de su Alianza y de paz.
Veintiún siglos de la salida de Abraham y Sara de Ur de Caldea;
trece siglos desde que el caudillo Moisés
sacó al pueblo de Israel de la tierra de Egipto.
Más de mil cien años desde el tiempo de Rut y de los Jueces;
alrededor de mil años desde que David fue ungido rey;
en la semana sesenta y cinco según la profecía de Daniel.
En la Olimpiada ciento noventa y cuatro;
en el año setecientos cincuenta y dos de la fundación de Roma.
En el año cuarenta y dos del reinado del César Octavio Augusto,
cuando había paz en el mundo entero;
JESUCRISTO, Dios eterno e Hijo del eterno Padre,
queriendo consagrar el mundo con su piadosísima venida,
concebido del Espíritu Santo,
nueve meses después de su concepción,
nace en Belén de Judea,
hecho hombre, de María Virgen.

 

¡Es la Navidad de nuestro Señor Jesucristo en la carne!

 

***

 

Cantos navideños en la liturgia hispano-mozárabe.
El texto bíblico de estos «villancicos» ha servido para
cantar la Navidad y profundizar en su misterio.
Son cantos de la misa de la Natividad del Señor
en el Rito que conservaron los mozárabes.

 

Canto de entrada (Praelegendum):

 

Aleluya. Bendito el que viene en nombre del Señor, aleluya, aleluya.

V/. El Señor es Dios, él nos ilumina.
R/. En nombre del Señor, aleluya, aleluya.
V/. Gloria y honor al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén… (Sal 117, 26s)
***
Canto de entrada navideño en el Rito Hispano:

 

El Señor reina, vestido de majestad, aleluya.

V/. El Señor, vestido y ceñido de poder.

R/. Aleluya. (Sal 92,1)

 

Canto navideño hispano para la presentación de ofrendas (Sacrificium):

 

«Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado;
lleva sobre sus hombros la carga».
R/. Aleluya, aleluya. (Is 9,6)

 

Canto para el gesto de paz:

 

«Dios es amor,
el amor de Dios se ha manifestado en nosotros
por el hecho de que envió su Hijo al mundo,
para que tengamos vida en él…»  (1 Jn 4,8 …)

 

 

Ven Enmanuel

Ant. «Oh Emmanuel,
Rey y Legislador nuestro,
esperanza de las naciones
y salvador de los pueblos,
¡ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!»

 

Pedimos al Santo Pneuma el don de temor de Dios.

 

«El temor de Dios es el don del Espíritu que nos recuerda cuán pequeños somos ante Dios y su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos.
Esto es el temor de Dios: el abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere mucho.
El Salmo 34 nos hace rezar así: «El afligido invocó al Señor, Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege» (vv. 7-8).
Pidamos al Señor la gracia de unir nuestra voz a la de los pobres, para acoger el don del temor de Dios y poder reconocernos, juntamente con ellos, revestidos de la misericordia y del amor de Dios, que es nuestro Padre (Papa Francisco).

 

***
Zacarías pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre».
Y todos se quedaron maravillados.
Cf. Lc 1,57
***

 

Vayamos preparando algún material para rezar en la Cena y Comida de Navidad.
Una pequeña imagen de Jesús Niño con una Luz en el centro de la mesa
nos pueden ayudar a dar sentido a estas Navidades «tan especiales».
Nos reuniremos en familia para recordar lo que creemos:
Dios mismo se hizo de nuestra familia humana.
Recordemos en la oración a los que están solos,
a los enfermos en los hospitales,
sus familiares
y a todo el personal sanitario y de servicios básicos.

 

 

Un resumen preciso sobre la identidad del que celebramos en Navidad
lo ofrece el Compendio del Catecismo (n. 88):
«el Concilio de Calcedonia enseña que
«hay que confesar a un solo y mismo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo:
perfecto en la divinidad y perfecto en la humanidad;
verdaderamente Dios y verdaderamente hombre,
compuesto de alma racional y de cuerpo;
consubstancial con el Padre según la divinidad,
consubstancial con nosotros según la humanidad;
“en todo semejante a nosotros, menos en el pecado” (Hb 4, 15);
nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad
y, por nosotros y nuestra salvación,
nacido en estos últimos tiempos de la Virgen María,
la Madre de Dios, según la humanidad»».

 

Rey, Deseado y Piedra angular

son los títulos mesiánicos del día 22 de diciembre

Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo:
ven y salva al hombre,
que formaste del barro de la tierra.

“Llegan días –dice el Señor- en que suscitaré a David un Renuevo justo; y El reinará como rey” (Jeremías 23, 5). “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9, 6). En efecto, su nombre es “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19, 16 cf. Apocalipsis 15, 3). El rey de Israel será soberano universal: “Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas” (Isaías 2, 4 cf. Jeremías 10, 7; Daniel 7, 14). Aunque las naciones se esfuercen por conseguir tesoros materiales, el auténtico deseo del corazón, su tesoro es el que viene (cf. Ageo 2, 8; Isaías 11, 10). «Porque él es nuestra paz: quien de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad» (Efesios 2, 14); de modo que ambos pueblos no son ya “extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo» (Efesios 2, 19s). Jesús, Príncipe de la paz, es la piedra angular (cf. Salmo 118 (117), 22; Marcos 12, 10 y par.; Hechos 4, 11; Efesios 2, 20), piedra viva, escogida y preciosa (1 Pedro 2, 4) sobre la que estamos edificados (1 Pedro 2, 6 cf. 1 Corintios 3, 11).

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