Los villancicos, el belén y Herodes

Pampanitos verdes, hojas de limón…

 
Se ha escrito mucho sobre los villancicos navideños. Estos cantos no solo comunican la alegría propia de la Navidad del Señor, sino que transmiten la fe que celebramos. Enseñarlos, cantándolos, es una manera eficaz de transmitir la fe. En España, durante siglos, los villancicos han sido una catequesis en familia.
Veamos algún ejemplo:

 

«25 de diciembre» es un villancico popular catalán que se ha popularizado desde el s. XIX tanto en español como en inglés:

 

Veinticinco de diciembre
Fum, fum, fum.

 

Un niñito muy bonito
ha nacido en un portal.
Con su carita de rosa
parece una flor hermosa
Fum, fum, fum…

 

¡Vamos!¡Vamos pastorcillos!
Fum, fum, fum…

 

Vamos con la pandereta y
castañuelas al portal,
A adorar al Rey del Cielo
que ha aparecido en el suelo
Fum, fum, fum…

 

Veinticinco de diciembre
Fum, fum, fum.

 

Ya ha nacido el pequeño,
rubio, blanco e inmortal,
Hijo de Santa María,
sabía que nacerías,
fum, fum, fum…

 

Desde el cielo estás mirando
fum, fum, fum.

 

A la Tierra rutilante
que relumbra con su luz
y al amor del firmamento
celebrando el nacimiento, de Jesús.