Ant. «Oh Renuevo del tronco de Jesé,
que te alzas como un signo para los pueblos,
ante quien los reyes enmudecen
y cuyo auxilio imploran las naciones,
¡ven a librarnos, no tardes más!”
Pedimos al Santo Pneuma el don de consejo.
Ant. «Oh Adonai,
Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley,
¡ven a librarnos con el poder de tu brazo!”
Pedimos al Santo Pneuma el don de inteligencia
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Este don ilumina nuestra la fe con una luz especial: nos abre el sentido más profundo de las escrituras sagrada (cf. Lc 24 ,45)
«Es una gracia que sólo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.
… el entendimiento permite «intus legere», es decir, «leer dentro»: este don nos hace comprender las cosas como las comprende Dios, con el entendimiento de Dios (Papa Francisco).
El Oficio litúrgico de la tarde o “Vísperas” responde eclesialmente a la lectura de palabra de Dios con el canto evangélico del Magnificat.
Este cántico de la Virgen María se introduce y concluye con una antífona que, en estos días previos a la Navidad del Señor, tiene características especiales: las llamadas “antífonas mayores” o “antífonas de la O”. Estas antífonas son siete composiciones que se difunden a partir del siglo VII y se cantan desde el día 17 al 23 de diciembre.
“Son breves oraciones dirigidas a Cristo Jesús, que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad. La admiración de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre: «Oh». La comprensión cada vez más profunda de su misterio. Y la súplica urgente: «ven»
Cada antífona empieza por una exclamación, «Oh», seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero entendido con la plenitud del Nuevo. Es una aclamación a Jesús el Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y termina siempre con una súplica: «ven» y no tardes más”
(José Aldazábal, Enséñame tus caminos. 1: Adviento y Navidad día tras día, Barcelona 1995, pp. 70-71).
En algunos lugares hoy se celebra
a san David, rey de Israel
y a los Tres Jóvenes del horno de Babilonia:
Ananías, Azarías y Misael
Las «Benedictiones» que ellos entonaron
como prefiguración pascual
son muy empleadas en la oración
de la liturgia hispan (cf. Dan 3).
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«El árbol de Navidad es hoy un signo fuertemente evocador,
bastante extendido en los ambientes cristianos;
evoca tanto el árbol de la vida, plantado en el jardín del Edén (cfr. Gn 2,9),
como el árbol de la cruz,
y adquiere así un significado cristológico:
Cristo es el verdadero árbol de la vida,
nacido de nuestro linaje, de la tierra virgen Santa María,
árbol siempre verde, fecundo en frutos.
El adorno cristiano del árbol, según los evangelizadores de los países nórdicos,
consta de manzanas y dulces que cuelgan de sus ramos.
Se pueden añadir otros «dones»;
sin embargo, entre los regalos colocados bajo el árbol de Navidad
no deberían faltar los regalos para los pobres:
ellos forman parte de toda familia cristiana
(Sta. Sede, Directorio de la Piedad Popular y la Liturgia, n. 109).
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San Bonifacio y el árbol de pascuas