En el cielo de Oriente


«Este signo se verá en el cielo cuando Cristo venga para juzgar» (cf. Mateo 24,30)

***

«Oh Astro que naces de lo alto,
Resplandor de la Luz Eterna, Sol de justicia,
¡ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte!»

Comenzamos esta segunda parte del septenario con la sugerente contemplación de Cristo como como “Astro luciente de la mañana” (Oriens). La palabra latina Oriens, castellanizada como Oriente, se traduce en las versiones litúrgicas como “ Astro, Sol, Radiante amanecer, Aurora o Germen”. Es un profundo concepto que hace referencia a la Luz y a la Vida (Fós / Zoé).

Este título muestra un paralelismo antitético con la antífona anterior (tinieblas /Luz del oriente); es el cumplimiento de la profecía de Isaías: “El pueblo caminaba en tinieblas… una Luz les brilló…” (9,1s Mateo 4,12ss).
Esta antífona, cantada el 21 de diciembre/ solsticio de invierno, es una invitación a contemplar a Cristo como Cronócrator, Señor del tiempo.

Cada mañana cantamos que “nos ha visitado el Sol que nace de lo alto” (Lucas 1,78), hoy subrayamos esta convicción con esta antífona de finales de Adviento. En ella se profundiza la expresión del Nombre que ofrece el profeta Zacarías, Germen/Oriente (3,8; 6,12) con el título del Hijo: “resplandor de la Luz Eterna” (Sabiduría 7,26).

Con la venida del “Sol de Justicia” se anuncia en Malaquías el «día del Señor» (3,20).

En el hemisferio Norte, esta tarde del 21 de diciembre de 2021 A.D. comienza el invierno;
los días –aunque no se note- comienzan a ser más largos:
es la victoria de la luz sobre la tiniebla.
También en esta jornada, los que caminamos en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Isaías 9, 12; Lucas 1, 78s), confesamos a Cristo como el resplandor de la gloria del Padre, reflejo de la luz eterna (cf. Sabiduría 7, 26; Hebreos 1, 3): “Su nombre es Oriente” (Zacarías 6, 12 en la versión griega). Él iluminará, como Sol de justicia, a los que respetan su Nombre (cf. Malaquías 4, 2).
Pedimos al Espíritu el don de ciencia
que ilumine nuestras mentes para ver la realidad «según Dios» en medio de las tinieblas.

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Clavis David

«Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel;
que abres y nadie puede cerrar;
cierras y nadie puede abrir:
ven y libra a los cautivos
que viven en tinieblas y en sombra de muerte».

Por el acróstico latino ERO CRAS (estaré mañana), frase que se forma con las iniciales de los títulos de Cristo leídas desde la Navidad, sabemos que la serie de antífonas se divide en dos partes: las cuatro primeras (17 al 20 dic.) y las tres últimas (21 al 23 dic.). Hoy, por la tanto, cerramos la primera parte con la contemplación profética de Cristo “Llave de David” y “Cetro de la casa de Israel”.

Isaías presenta a aquel que recibe las llaves de la casa de David con el poder de abrir y cerrar (22,22). Oráculo que retoma el último libro de la Revelación refiriéndose a Cristo: “El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (Apocalipsis 3,7).

El Cetro aparece al comienzo (Génesis 49,10) referido a Judá, el primogénito de Jacob/Israel. Cristo será contemplado como el León de Juda (Apocalipsis 5,5) que tiene el poder de abrir los rollos, el sentido profundo de la historia, rompiendo los sellos que lo cierran y desvelando su sentido. En la petición, Cristo es invocado como Luz que brilla en las sombras (cf. Isaías 42,7 Salmo 106/107, 10.14). Toda la antífona es una contemplación de Cristo somo Signo activo: abre, cierra, brilla…

Pedimos hoy al Espíritu el don de fortaleza.
En este día, al escuchar el Evangelio de la Anunciación,
recordamos cómo, tradicionalmente,
en la liturgia se cantaba al arcángel
poniendo en labios de María:
O Gabriel! nuntius cœlorum,
qui januis clausis ad me intrasti, 
et Verbum nunciasti: Concipies et paries: 
Emmanuel vocabitur.
Oh Gabriel, mensajero celeste,
que te presentaste ante mí, estando cerradas las puertas,
y me anunciaste al Verbo:
«Concebirás y darás a luz: y se llamará Emmanuel»

 

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Último domingo de Adviento:
Bendita tú entre las mujeres

“El Magníficat es, tal vez el más hermoso poema que existe.
Entre dos mundos, en la encrucijada de la historia,
una mujer se levanta y recita el poema de la salvación”
Sophia de Mello Breyner Andresen, poetisa portuguesa. 

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Magnificat en hebreo 

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Oración lucernaria para esta semana:

Saludo
V. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, luz y paz.
R. Demos gracias a Dios.

Versículo
V. La fidelidad brota de la tierra.
R. Y la justicia mira desde el cielo.

Oración
V. Oremos.
Señor y redentor nuestro,
tú quisiste anunciar tu primera venida por medio de los coros celestiales
y por el pregón de los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo”
y anuncias el día de tu regreso
como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo:
como está ya cercano, Señor, el día de tu venida,
te pedimos que borres en nosotros
todo lo que deberías condenar en el juicio último,
de modo, que cuando vengas como justo juez,
no encuentres nada en nosotros que merezca ser condenado.
R. Amén.
V. Te lo pedimos a ti,
luz de los fieles y guía de los hombres,
que vives y reinas con el Padre y con el Espíritu Santo,
un Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Trisagio
V. Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal,
el que era, el que es, el que viene.
R. + Ten misericordia de nosotros.

 

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A ocho días de Navidad

Boceto de Goya para la pintura de la Anunciación del Señor

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Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley:
ven a librarnos con el poder de tu brazo.
Adonai significa en hebreo “Señor” (cf. Ex 6,2 Judit 16,16). Esta antífona, verdadero compendio del libro del Éxodo, nos hace contemplar la Presencia (Shekiná) del Señor en la zarza revelando su Nombre a Moisés (Ex 3,2 Hech 7,30) y entregando la Ley (Torá) en el Sinaí.
El apelativo “Guía” o «Pastor» (Dux) recuerda la compañía providente en la travesía del desierto (cf. Ex 15, 12s).
El Dios que se reveló a Abrahán y a los patriarcas se revela por su Palabra (Verbum) al caudillo de Israel.
En el seno de María, celebrada hoy como Madre del Señor, madre de esperanza, esta Palabra se hace carne.

Oremos hoy, 18 de diciembre, para que el Señor
que liberó al pueblo de la esclavitud de Egipto “con brazo extendido, signos y portentos” (Deut 26, 8; Hech 7, 36) nos conceda el espíritu de inteligencia a fin de comprender el misterio divino en nuestra propia historia y experimentar que Él es nuestro Pastor, cuyo Nombre es glorioso (cf. Is 63,11ss).
El himno latino «A solis ortus«,
que cantamos en el Oficio romano de Navidad,
entró en la liturgia hispana para celebrar a la Madre de Dios
en la fiesta del día de hoy.

Para su meditación proponemos 
esta versión en nuestra lengua:

«Desde la aurora naciente
hasta la puesta de sol,
celebremos a Cristo,
el Príncipe nacido de la Virgen María.

Se ha revestido de siervo,
el supremo Hacedor del mundo
librando a la carne con la Carne,
para que no pereciera lo que Él mismo creó.

Se adentra la gracia del Cielo
en las entrañas purísimas de la Virgen
y su intimidad pasa, entonces,
a guardar un profundo secreto, que antes desconocía.

Súbitamente ese claustro purísimo,
se convierte en el Templo de Dios,
y, prestando asentimiento,
concibe a su Hijo, sin conocer varón.

La Doncella ha dado a luz
que anunció Gabriel,
al mismo que Juan, aún en el seno materno,
presintió que María llevaba consigo.

Se hace accesible la entrada de Cristo
llena de toda gracia,
pasa el rey, y permanece,
como estuvo por los siglos cerrada

El Hijo del Padre eterno
salió del seno de la Virgen,
EsposoRedentorFundador
y de su Iglesia el más grande.

Honor y gozo de la Madre
esperanza ilimitada de los fieles,
bebió la copa de la muerte
para destruir nuestro pecado.

Glorificado sea el Padre
que con tanta gloria como su Hijo,
junto con el Espíritu Paráclito
reina por todos los siglos. Amén.»

(Himnario de Silos)

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O Sapientia / Sabiduría

Las antífonas de Adviento, también conocidas como “Antífonas mayores” o “Antífonas de la Oh” (por la admiración con la que inicia el título de Cristo) anuncian siete nombres del Mesías profetizados en el Antiguo Testamento.

Estas antífonas se cantan o recitan en el Oficio vespertino o Vísperas, ya desde el s. VI, desde el 17 de diciembre hasta el 23 de diciembre. También, pueden ser cantadas o recitadas como aclamación a la proclamación del Evangelio en la Misa de los días de semana entre el 17 y el 23 de diciembre:
17 de diciembre: O Sapientia (Oh Sabiduría)
18 de diciembre: O Adonai (Oh Señor /Adonai)
19 de diciembre: O Radix Jesse (Oh Raíz /retoño de Jesé)
20 de diciembre: O Clavis David (Oh Llave de David)
21 de diciembre: O Oriens (Oh Sol del Amanecer)
22 de diciembre: O Rex Gentium (Oh Rey de las naciones)
23 de diciembre: O Emmanuel (Oh Emmanuel)
Las primeras letras de cada uno de los siete títulos leídas en sentido inverso —Emmanuel, Rex, Oriens, Clavis, Radix, Adonai, Sapientia—forman el acróstico latino «Ero Cras», que significa «Estaré mañana».
Es la respuesta del Señor a la petición <¡Ven!> que se eleva en cada “Antífona mayor”.

Con estas antífonas nos encaminamos a Belén
recordar el evento inicial de la Redención.

 

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Preparación inmediata a la Navidad

En algunos lugares hoy se celebra
al profeta san Ageo,
a san David, rey de Israel
y a los Tres Jóvenes del horno de Babilonia:
Ananías, Azarías y Misael.
Las «Benedictiones» que ellos entonaron
como prefiguración pascual
son muy empleadas en la oración
de la liturgia hispana (cf. Dan 3).
+++
Celebración hispana presidida por el card. Amigo en la catedral magistral de Alcalá (2017): bendición con el Evangeliario

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Recordando al Hispalense


Letanías donde se invoca a san Isidoro / Liber canticorum (moz.), ms. 2668 (Univ. Salamanca)
***
La diócesis de León recuerda hoy la traslación del cuerpo de san Isidoro
desde su sede de Sevilla a León, en el año del Señor de 1063.
La liturgia hispana celebra al santo hispalense el 22 de diciembre.
El Rito romano tiene dos fechas conmemorativas:
4 de abril (calendario general) y
el 26 de abril (en España).


Bibliografía sobre el Hispalense:
Jaime SANCHO ANDREU,
La huella de San Isidoro en la liturgia hispánica,
Studium legionense, 55 (2014) 221-238.

Maurilio PÉREZ GONZÁLEZ,
La liturgia hispano-visigoda en la época de Isidoro de Sevilla,
Scripta philologica de media latinitate hispanica 
(reunidos con ocasión de su 70º cumpleaños)
E. PÉREZ RODRÍGUEZ – J. R. MORALA RODRÍGUEZ (eds.) 2016, págs. 755-769.

«Armar el belén»

En muchas familias se comenzó a colocar «el belén» en el puente pasado.
En otros lugares se inaugura el día de la Virgen de la O (18 dic).
Ante el «misterio» oramos recordando la primera venida
y esperando la última manifestación del Señor:
vendrá el que vino.
Conviene, estos días, leer y difundir esta bella Carta del Papa Francisco
sobre «el pesebre o nacimiento»:

“Es laudable la costumbre de instalar en las casas un ‘belén’ o ‘nacimiento’, ‘que recuerda y ayuda a vivir el misterio de la Navidad. Para dar más sentido religioso para significar su inauguración puede hacerse un rito de bendición, que signifique el comienzo de, las solemnes fiestas navideñas”.

Se puede encender una candela durante la oración.
Reunida la familia, el padre o la madre dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/ Amén
Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos pues a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de Navidad.

Uno de los miembros de la familia lee un texto de la sagrada Escritura.

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 4-7a)
En aquellos días José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.

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Fiesta de santa Lucía

La santa siracusana está presente
tanto en los antiguos calendarios hispanos
como en las letanías visigótico-mozárabes (p.e. Salamanca):

Santa Lucía: entre los heraldos del Adviento

La mártir nos anima a vivir el espíritu de la Palabra de Dios:
«Estad siempre alegres.
Sed constantes en orar.
Dad gracias en toda ocasión:
ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros» (Tes 5,16).

Hoy al encender la luz vespertina
podemos orar:
«Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios»
(Is 61,1ss)

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Domingo de Adviento
y Vigilia de santa Lucía

En medio de la sobriedad propia de la expectación del Adviento
este domingo es una invitación a la alegría:
el Precursor anuncia que el Cristo comunicará el fuego del Espíritu Santo.
LECTURA durante el día: Lucas 3, 10ss

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Oración vespertina en el hogar (lucernarium)

Saludo
V. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, luz y paz.
R. Demos gracias a Dios.

Versículo
V. La fidelidad brota de la tierra.
R. Y la justicia mira desde el cielo.

Oración
V. Oremos.
Señor y redentor nuestro,
tú quisiste anunciar tu primera venida por medio de los coros celestiales
y por el pregón de los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo”
y anuncias el día de tu regreso
como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo:
al estar ya cercano, Señor, el día de tu venida,
te pedimos que borres en nosotros
todo lo que deberías condenar en el juicio último,
de modo, que cuando vengas como justo juez,
no encuentres nada en nosotros que merezca ser condenado.
R. Amén.
V. Te lo pedimos a ti,
luz de los fieles y guía de los hombres,
que vives y reinas con el Padre y con el Espíritu Santo,
un Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Trisagio
V. Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal,
el que era, el que es, el que viene.
R. + Ten misericordia de nosotros.
(+ indica que nos santiguamos)

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