Gozo de María con el Encuentro 

 «Lo que ellos dos entonces sintieron: ¿no es
dulce más allá de todos los misterios
y con todo todavía terrenal:
cuando Él un poco pálido aun de la tumba
fue hacia ella aliviado:
en todo su cuerpo resucitado?
Ay, hacia ella lo primero. Cómo estaban allí
en inexpresable curación.
Sí, se reponían, era eso. No habían menester
tocarse fuertemente.
Él descansó luego por un instante
apenas su mano
eterna encima de su hombro delicado.
Y ambos comenzaron,
en silencio como los árboles en primavera
infinitamente igual,
aquella primavera
de su inefable contacto».
Rainer Maria Rilke 

 

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