Domingo de Ramos:
últimos días de la Cuaresma

«Durante la Semana santa,
la Iglesia celebra los misterios de la salvación
actuados por Cristo en los últimos días de su vida,
comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.
El tiempo de Cuaresma continúa hasta el jueves.
A partir de la Misa vespertina «en la Cena del Señor» comienza el Triduo pascual,
que continúa durante el Viernes de la Pasión del Señor y el Sábado Santo,
y tiene su centro en la Vigilia Pascual
acaba con las Vísperas del domingo de Resurrección».
(Carta Fiest. Pasc., n. 27).

Leemos: Lucas 19,28-44
El tercer evangelista completa la descripción de la jornada
con algunos elementos interesantes:

La aclamación a Cristo como Rey con el título «Bendito»;
el llanto sobre la ciudad santa;
y la profecía de su destrucción:

«Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos,
toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces
por todas las maravillas que habían visto, diciendo:
¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor;
paz en el cielo, y gloria en las alturas!
Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron:
Maestro, reprende a tus discípulos.
Él, respondiendo, les dijo: Os digo que, si estos callaran, las piedras clamarían.
Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo:
¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz!
Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán y te sitiarán,
y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti,
y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visita».

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Esta tarde inicia la Semana Santa ’22

<La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor,
que comprende -a la vez-
el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión.
La relación entre los dos aspectos del misterio pascual
se han de evidenciar en la celebración en la catequesis del día.
La entrada del Señor en Jerusalén, ya desde antiguo,
se conmemora con una procesión,
en la cual los cristianos celebran el acontecimiento,
imitando las aclamaciones y gestos que hicieron los niños hebreos
cuando salieron al encuentro del Señor,
cantando el fervoroso «Hosanna»>.
(Carta Fiest Pasc., 28s).

<Donde no se puede celebrar la Misa
es conveniente que se haga una celebración de la Palabra de Dios
sobre la entrada mesiánica y la Pasión del Señor,
ya sea el sábado por la tarde, ya el domingo a la hora más oportuna>.
(Carta Fiest Pasc., 31).

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Viernes de la semana V de Cuaresma o de «Dolores»

El ejercicio del Vía Matris propone considerar siete «misterios» la vida de la Virgen,
desde el anuncio profético de Simeón hasta la muerte y sepultura del Hijo,
como un camino de fe y de dolor jalonado por los siguientes episodios:

1. María recibe con fe la profecía de Simeón (Lc 2, 34-35);

(Jesús, signo de contradicción)

2. María huye a Egipto con Jesús y José (Mt 2, 13-14);

(Jesús perseguido por Herodes)

3. María busca a Jesús perdido en Jerusalén (Lc 2, 43-45);

(Jesús vino a cumplir la voluntad del Padre)

4. María encuentra a Jesús en el camino del Calvario  (Lc 23, 26-27 cf. Is 52,13-53,12);

(Jesús, Siervo de Dios, varón de dolores)

5. María permanece junto a la Cruz del Hijo (Jn 19, 25-27)

(Jesús, cordero levantado en la cruz)

6. María acoge en su seno a Jesús que es bajado de la cruz
(Mt 27, 57-58 cf. Jn 1,11; Lc 2,7; 4,28-29; Mt 26,47-56)

(Jesús, Salvador rechazado por su propio pueblo)

7. María acompaña la sepultura del cuerpo de Jesús,
en espera de la resurrección (Jn 19, 40-42).

(Jesús, primicia de los resucitados)

En cada contemplación se pueden añadir antífonas, responsorios, oraciones y cantos diversos
según las costumbres de los lugares. Este año podemos ofrecerlo por la PAZ.

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La voluntad de Dios

En Cuaresma se entrega la oración del Padrenuestro
a los catecúmenos que van a recibir el Bautismo (los sacramentos de Iniciación)
en la santa Noche de Pascua.
Recordemos que esta oración nos enseña
la aceptación de la voluntad de Dios en nuestras vidas.
La Iglesia de Cristo reza esta plegaria
cada mañana,
cada tarde
y en cada Misa.

Miércoles de Cuaresma:
practicando la misericordia (V)

«Estuve enfermo, y me visitasteis (Mateo 25,36)
La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones continua entre sus discípulos.
  «¡Sanad a los enfermos!» (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña.
La Iglesia cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos.
Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Jn 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf 1 Co 11,30).
   No obstante, la Iglesia apostólica tuvo un rito propio en favor de los enfermos, atestiguado por Santiago:

«Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (St 5,14-15). La Tradición ha reconocido en este rito [de unción con aceite bendito] uno de los siete sacramentos de la Iglesia.
(Cat 1509s)
El cuidado a los enfermos es un deber y una gracia que se puede recibir como don.

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Las bienaventuranzas

«Quien anhela el reino de Dios
tiene en cuenta la lista de prioridades de Jesús:
las bienaventuranzas.
Comenzando por Abraham, Dios ha hecho promesas a su pueblo.
Jesús las retoma, amplía su validez hasta el cielo
y las convierte en su propio programa de vida:
el Hijo de Dios se hace pobre para compartir nuestra pobreza,
se alegra con los que están alegres y llora con los que lloran (Rom 12,15);
no recurre a la violencia, sino que ofrece la otra mejilla (Mt 5,39);
tiene misericordia, siembra la paz
y con ello muestra el camino más seguro hacia el cielo.
(Youcat 284)

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Cuatro de abril:
recuerdo de Isidoro visigodo e Isidro mozárabe

Durante la Cuaresma no se canta el Aleluya.
Esta aclamación, sin embargo, se repetirá abundantemente
durante la Cincuentena pascual.
El Hispalense nos ofrece una catequesis sobre la loa aleluyática,
es decir sobre la aclamación <Laudes> de la Misa
o canto del Aleluya como conclusión de la liturgia de la Palabra):

“Que al final del oficio de los salmos y lecciones
se concluya con el canto del alleluia,
se hace puesta la mirada en la esperanza futura
y con ello quiere dar a entender la Iglesia que,
después del anuncio del reino de los cielos,
que en la vida presente se predica al mundo
por medio de ambos Testamentos,
nuestras acciones no tienen valor de salvación
si no se hacen en alabanza de Dios,
tal como está escrito:
<Bienaventurados los que habitan en tu casa;
por los siglos de los siglos te alabarán> (Sal 83,5).
De aquí que,
el Libro de los Salmos se concluya con alabanzas,
para mostrar la alabanza eterna,
acabado este siglo”.

San Isidoro de Sevilla, De los oficios eclesiásticos.
Editorial isidoriana, León 2007,
Capítulo XIII: De los laudes, pp. 52s.

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Capilla del lugar del nacimiento de san Isidro labrador (4 ab 1083 aprox.) c/ Aguila 1 Madrid

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Domingo cuaresmal de la mujer perdonada

​Leemos el evangelio de Juan 8, 1ss.

Oramos por los catecúmenos que serán bautizados en Pascua
y hoy celebran los escrutinios previos a los santos misterios.

<La eficacia de los misterios de Pascua, celebrados en una determinada comunidad, no se limita a los miembros que la integran. Se extiende también a los separados de ella en el espacio; transforma el desamparo de los pródigos ausentes en seguridad bajo el techo paterno, su huida de Dios, en retorno a Él.
La Ecclesia celebra la Pascua, y su retorno es nuestro retorno; su pureza, nuestra pureza; y, al acoger en ella el Padre al hijo pródigo, nos acoge también a nosotros>.

Theophora Schneider, Retorno al Padre, en <Nuestra Pascua>

En algunos lugares se ha mantenido la costumbre
de cubrir hoy las cruces y las imágenes de la iglesia.
La tradición hispana proclama en este domingo V de Cuaresma
el evangelio de la resurrección de Lázaro (Jn 11,1ss).
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Entre la Hispania romana y el esplendor de al-Andalus:
la Spania visigoda

Pinceladas sobre nuestra historia

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Primer sábado de abril ’22

Oremos al Redentor del mundo, nuestro Señor Jesucristo,
y roguemos con súplicas que por su gracia
y por la intercesión de Santa María Virgen y Madre suya,
se digne propicio concedernos, en estos santos días de ayuno,
la remisión de los pecados y la paz.

R/. Concédelo Dios eterno<
y todopoderoso.
(Breviarium Gothicum)

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Mañana, domingo, en la iglesia parroquial
de Villarrín de Campos (Zamora):
celebración de la Misa en Rito hispano-mozárabe (18 h.).


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Unidos a la cruz de Cristo

Los cristianos de Egipto o coptos (tanto ortodoxos como católicos)
han manifestado durante la historia
su unión con la cruz de Cristo.
Son un ejemplo para el resto de los creyentes.
Formación:
Cristianismo a orillas del Nilo: sesión 3.

Un texto de la liturgia hispana
para rezar en estos días de Cuaresma:

Jesucristo, el Hijo del Padre y Señor nuestro
es el camino, la verdad y la vida;
el principio, la palabra, la sabiduría, la plenitud,
la inocencia, la caridad y la luz.
Él se ha rebajado al asumir nuestra condición humana,
permaneciendo glorioso en su divinidad;
tuvo hambre, no aparente,
sino como consecuencia natural del ayuno;
el Hijo de Dios se enfrentó con el tentador
cuando sentía la necesidad de pan,
y, dado que no le engañaba lo que es falso o fingido
el que es la verdad misma confundió al que mentía.
Él, que es alimento de los hambrientos, padeció hambre,
él, que no conoce principio ni fin,
saciará a los necesitados en la vida eterna,
y para comunicarnos su inmortalidad
quiso hacerse, él también, mortal.
A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Por la misericordia del mismo Dios nuestro,
que es bendito y vive y todo lo gobierna
por los siglos de los siglos. R/. Amén.

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