La lectura de la Biblia como “sacramento” 

<Como en el banquete eucarístico se tiene cuidado de que no caiga nada de las preciosas especies, de la misma manera se ha de procurar no perder una sola palabra de la Sagrada Escritura cuando es leída en la Iglesia; porque también de ella se alimenta el hombre interior.

«Como la carne de Cristo es una verdadera comida y su sangre una verdadera bebida», escribe San Jerónimo, «así nuestro único bien en la vida presente es comer esta carne y beber esta sangre, no sólo en el Misterio (del Altar), sino también en la lectura de la Escritura» (In Ecclesiastes, c. III.)>.

E. Löhr, Los misterios pascuales (1957), ed. Guadarrama, Madrid 1963, pág. 23s.

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