San Lucas, evangelista


Sepulcro del evangelista en Padua (Italia)

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«El evangelio de Lucas se lee de manera continua en la liturgia dominical del ciclo C [en este año 2022],
pero su presencia es relevante durante todo el año litúrgico, tanto en el interior de la celebración eucarística, en la liturgia de la Palabra
[de estos días laborables de octubre y noviembre], como en la liturgia de las horas.
Si además tenemos también en cuenta los Hechos de los apóstoles, es verdaderamente impresionante el impacto de la obra lucana en la celebración de la salvación y,
por consiguiente, en la espiritualidad de toda la Iglesia.

El ciclo de Navidad está dominado por el relato del nacimiento y de la infancia de Cristo (Lc 1-2).
Empieza a emerger en las últimas ferias del adviento, para alcanzar su cima en Navidad, en las misas de medianoche y de la aurora.
Alcanza también a la fiesta de la Sagrada Familia (domingo después de Navidad), con el episodio de la pérdida de Jesús a los doce años en el Templo,
y la solemnidad de la Santísima Madre de Dios, el día 1 de enero.
Nueve meses antes, la fiesta de la Anunciación celebra el comienzo de la encarnación del Hijo de Dios recurriendo al texto de Lucas.
El maravilloso cuadro de la visita de María a Isabel ha dado origen precisamente a la fiesta de la Visitación y vuelve en la de la Asunción de María.
La fiesta de la Presentación (2 de febrero) se inspira también en el relato de Lucas.
El relato del nacimiento del Bautista se lee en el día de su fiesta, el 24 de junio.
El itinerario del ciclo C permite a la comunidad cristiana abordar sistemáticamente el evangelio de Lucas,
saboreando de domingo en domingo sus páginas más bellas (como el capítulo 15) y las tal vez menos conocidas, pero no menos significativas.
Todo esto culmina en la semana santa, con la lectura integral de la pasión y con el maravilloso capítulo de la resurrección.
En continuidad directa con el relato evangélico,
se emplea el texto de los Hechos de los apóstoles en los tres ciclos litúrgicos como primera lectura de los domingos de Pascua
y, especialmente, en las fiestas de la Ascensión de Jesús y de Pentecostés.
De este modo, se pone de relieve que el acontecer evangélico desemboca en el de la Iglesia de los orígenes, germen y paradigma de la Iglesia universal.
En la liturgia cotidiana de las horas se han engastado los tres canticos del «evangelio de la infancia. –Magnificat, Benedictus, Nunc dimittis
en la oración vespertina, en la matutina y en la oración de la noche, respectivamente.
La espiritualidad del tercer evangelio impregna así la oración de la comunidad eclesial, intrínsecamente ligada a la del pueblo de la primera alianza».
Francesco Mosetto

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