Importancia del silencio


<Entre los gestos rituales que pertenecen a toda la asamblea,  
el silencio ocupa un lugar de absoluta importancia 
Varias veces se prescribe expresamente en las rúbricas:  
toda la celebración eucarística está inmersa en el silencio  
que precede a su inicio y marca cada momento de su desarrollo ritual.  

En efecto, está presente en el acto penitencial;  
después de la invitación a la oración;  
en la Liturgia de la Palabra  
(antes de las lecturas, entre las lecturas y después de la homilía);  
en la plegaria eucarística;  
después de la comunión.  
El silencio litúrgico es el símbolo de la presencia  
y la acción del Espíritu Santo  
que anima toda la acción celebrativa,  
por lo que, a menudo, constituye la culminación de una secuencia ritual.  
Precisamente porque es un símbolo del Espíritu 
tiene el poder de expresar su acción multiforme.  
Así, retomando los momentos que he recordado anteriormente,  
el silencio mueve al arrepentimiento y al deseo de conversión;  
suscita la escucha de la Palabra y la oración;  
dispone a la adoración del Cuerpo y la Sangre de Cristo;  
sugiere a cada uno, en la intimidad de la comunión,  
lo que el Espíritu quiere obrar en nuestra vida
para conformarnos con el Pan partido.

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