Junto al Sepulcro, con la Iglesia orante


“El Sábado santo se caracteriza por un profundo silencio.
Las iglesias están desnudas…
Los creyentes, mientras aguardan el gran acontecimiento de la Resurrección,
perseveran con María en la espera, rezando y meditando.


En efecto, hace falta un día de silencio para meditar en la realidad de la vida humana,
en las fuerzas del mal y en la gran fuerza del bien
que brota de la pasión y de la resurrección del Señor.

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