Durante el año «se han de considerar, sobre todo,
las celebraciones que conmemoran acontecimientos salvíficos,
en los que la Virgen estuvo estrechamente vinculada al Hijo,
como las fiestas de la Natividad de María (8 setiembre),
«esperanza de todo el mundo y aurora de la salvación».
(san Pablo VI, Marialis Cultus, 7).
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Esta fiesta mariana, de origen oriental, entró primero en Occidente en la Iglesia de Roma
y, paulatinamente, se fue difundiendo por todo Occidente.
Aparece en España en el calendario de Recemundo o calendario mozárabe de Córdoba del 961.