Aclamaciones a la Palabra

Hoy, domingo XIX del tiempo durante el año, invocamos a Cristo:
¡Señor, sálvame!
Él se presenta como «Yo soy»: el nombre dado a Moisés en la primera alianza.
Es con nosotros, está con nosotros y nos libera.

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«Una sugerencia interesante es resaltar, sobre todo en las solemnidades litúrgicas relevantes, la proclamación de la Palabra, especialmente el Evangelio, utilizando el Evangeliario, llevado procesionalmente durante los ritos iniciales y después trasladado al ambón por el diácono o, en su defecto, por un presbítero para su proclamación.

De este modo, se ayuda al Pueblo de Dios a reconocer que «la lectura del Evangelio constituye el punto culminante de esta liturgia de la palabra».

El saludo, el anuncio inicial: «Lectura del santo evangelio…», y la aclamación final conviene cantarlos para subrayar la importancia de lo que se ha leído».

Cf. Verbum Domini, 67

Recordamos a santa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), carmelita mártir.

Hoy hace 75 años de la explosión de la bomba atómica sobre Nagasaki (Japón).

 
Los días 6 y 9 de agosto de 1945 estallaron sendas bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
La condena y proliferación de armas nucleares es una constante en el magisterio de la Iglesia.
Lo ha reiterado el papa Francisco. 
Los obispos de Estados Unidos
–país que lanzó las bombas sobre Japón-
han invitado a sus fieles y a todos los hombres de buena voluntad,
a unirse a una Jornada de oración el 9 de agosto. 
El silencio de las 246 mil víctimas de las bombas atómicas sigue siendo elocuente. 
Concluía la II Guerra Mundial. Pidamos al Señor de la paz que la humanidad no conozca más la guerra.

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Audición:
Cantigas marianas en esta preparación de la fiesta de la Asunción

 

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