Atisbar y contemplar:
la purificación después de la muerte


El baptisterio es el auténtico sepulcro para el cristiano

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¿Podemos ayudar a los difuntos que se encuentran en el estado del purgatorio?
Sí. Puesto que todos los bautizados forman una comunión y están unidos entre sí,
los vivos pueden ayudar a las almas de los difuntos que están en el purgatorio.
Una vez que el hombre ha muerto, ya no puede hacer nada para sí mismo.
El tiempo de la prueba activa se ha terminado.
Pero nosotros podemos hacer algo por los difuntos que están en el purgatorio.
Nuestro amor alcanza el más allá.
Por medio de nuestros ayunos, oraciones y buenas obras,
y especialmente por la celebración de la Sagrada Eucaristía,
podemos pedir gracia para los difuntos.
El purgatorio, a menudo imaginado como un lugar, es más bien un estado.
Quién muere en gracia de Dios (por tanto, en paz con Dios y los hombres),
pero necesita aún purificación antes de poder ver a Dios cara a cara,
ése está en el purgatorio.
Cuando Pedro traicionó a Jesús, el Señor se volvió y miró a Pedro:
<Y Pedro salió fuera y lloró amargamente>.
Éste es un sentimiento como el del purgatorio.
Y un purgatorio así nos espera probablemente a la mayoría de nosotros
en el momento de nuestra muerte: el Señor nos mira lleno de amor,
y nosotros experimentamos una vergüenza ardiente
y un arrepentimiento doloroso por nuestro comportamiento malvado
o quizás <sólo> carente de amor.
Sólo después de este dolor purificador seremos capaces de contemplar
su mirada amorosa en la alegría celestial perfecta.
(Youcat 160…)

Toda nuestra fe descansa en la resurrección de Cristo

Jesús le contestó [al malhechor crucificado junto a Él]:
—Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso
(Lc 23,43).

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Bibliografía sobre el Adviento hispano:

J. M. Sierra,
“El tiempo de Adviento en el Rito hispano-mozárabe.
Itinerario de fe hacia Jesucristo”,
Toletana 27 (2012/2) 73-109.

José Javier Rodríguez Velasco,
Teología y espiritualidad del Adviento en la liturgia eucarística hispánica,
Burgos 1989. 

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Este domingo celebramos la Jornada en favor de los POBRES.
Hoy recordamos al gran san Leandro, obispo de Sevilla,
el alma del III Concilio de Toledo (589) y
a san Diego de Alcalá, franciscano.
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<Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas>.
Lucas 21,19

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la purificación después de la muerte

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