Catequesis pascual sobre el Bautismo

El primer sacramento de la Iniciación
recibe, ante todo, el nombre de Bautismo,
en razón del rito central con el cual se celebra:
bautizar significa «sumergir» en el agua;
quien recibe el Bautismo es sumergido en la muerte de Cristo
y resucita con Él «como una nueva criatura» (2 Co 5, 17).

Se llama también
«baño de regeneración y renovación en el Espíritu Santo» (Tt 3, 5),
e «iluminación»,
porque el bautizado se convierte en «hijo de la luz» (Ef 5, 8).

Prefiguración bíblica 

En la Antigua Alianza se encuentran varias prefiguraciones del
Bautismo: el agua, fuente de vida y de muerte; el arca de Noé, que salva
por medio del agua; el paso del Mar Rojo, que libera al pueblo de Israel
de la esclavitud de Egipto; el paso del Jordán, que hace entrar a Israel
en la tierra prometida, imagen de la vida eterna.

Estas prefiguraciones del Bautismo las cumple Jesucristo, el cual,
al comienzo de su vida pública, se hace bautizar por Juan Bautista en el
Jordán; levantado en la Cruz, de su costado abierto brotan sangre y
agua, signos del Bautismo y de la Eucaristía, y después de su Resurrección
confía a los Apóstoles esta misión: «Id y haced discípulos de todos
los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo» (Mt 28, 19).


Sacramento del Espíritu

Desde el día de Pentecostés,
la Iglesia administra el Bautismo al que cree en Jesucristo.
El rito esencial del Bautismo consiste
en sumergir en el agua al candidato o
derramar agua sobre su cabeza,
mientras se invoca
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Para todos

La Iglesia bautiza a los niños puesto que,
naciendo con el pecado original,
necesitan ser liberados del poder del Maligno
y trasladados al reino de la libertad de los hijos de Dios.
A toda persona que va a ser bautizada se le exige la profesión de fe,
expresada personalmente, en el caso del adulto,
o por medio de sus padres y de la Iglesia, en el caso del niño.

El padrino o la madrina y toda la comunidad eclesial
tienen también una parte de responsabilidad
en la preparación al Bautismo (catecumenado),
así como en el desarrollo de la fe y de la gracia bautismal.

Ministro 

Los ministros ordinarios del Bautismo son
el obispo y el presbítero;
en la Iglesia latina, también el diácono.

En caso de necesidad,
cualquiera puede bautizar,
siempre que tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia.
Éste derrama agua sobre la cabeza del candidato y
pronuncia la fórmula trinitaria bautismal.

Necesidad

El Bautismo es necesario para la salvación de todos aquellos a
quienes el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de
pedir este sacramento.
Puesto que Cristo ha muerto para la salvación de todos, pueden
salvarse también sin el Bautismo todos aquellos que mueren a causa de
la fe (Bautismo de sangre), los catecúmenos, y todos aquellos que, bajo
el impulso de la gracia, sin conocer a Cristo y a la Iglesia, buscan
sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad (Bautismo
de deseo). En cuanto a los niños que mueren sin el Bautismo, la Iglesia
en su liturgia los confía a la misericordia de Dios.

Efectos

El Bautismo perdona el pecado original, todos los pecados personales
y todas las penas debidas al pecado;
hace participar de la vida divina trinitaria
mediante la gracia santificante,
la gracia de la justificación que incorpora a Cristo y a su Iglesia;
hace participar del sacerdocio de Cristo
y constituye el fundamento de la comunión con los demás cristianos;
otorga las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo.

El bautizado pertenece para siempre a Cristo:
en efecto, queda marcado
con el sello indeleble de Cristo (carácter).

2 comentarios en “Catequesis pascual sobre el Bautismo

  1. Antiguamente en la Iglesia solo se bautizaba en Pascua. En España,también se administraba el Bautismo en la solemnidad de la Epifanía (6 de enero). En el primer milenio se celebraban conjuntamente -como hoy en Oriente- los tres sacramentos de Iniciación: Bautismo, Crismación / Confirmación y Eucaristía.
    Estos días, después de la Ascensión y antes de Pentecostés, son propios para dar gracias al Padre por el don del Bautismo y para pedir los dones del Espíritu.

  2. Hoy me fijo en el ahogamiento simbólico del que se sale transformado como un recién nacido en una comunidad de creyentes. Un nuevo mundo como encontró Noé.

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