Comenzando julio …

Abu Muhammad `Ali ibn Ahmad ibn Sa`id ibn Hazm
(Abén Hazam de Córdoba, + 1064)
escribe sobre la iconografía hispana de finales del primer milenio:

«Sabed que todos los cristianos coinciden en pintar en sus iglesias
una imagen que dicen ser del creador,
otra del Mesías, otra de María…
la Cruz... otra de Gabriel y de Miguel…»
Ángeles músicos. Fresco de Monteiro da Silva en Amandola (Las Marcas, Italia)
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«Te rogamos, Señor, que la sangre del Justo
en la humillación de nuestro Señor
sirva de reconciliación en favor de los pecadores. 
Esta es la víctima que pendió del madero;  
esta la carne que resucitó del sepulcro.  
Lo que ofreció por nosotros nuestro Sacerdote  
históricamente  
esto mismo lo presentamos  
en la suavidad del pan y del vino». 

 Oratio PP feria IV Pasc .Liturgia Hisp-Moz

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Meditación desde la Iglesia madre de Jerusalén.-
SUBA A TI NUESTRA ORACIÓN COMO INCIENSO, OH PADRE

Queridos amigos de Getsemaní, el Señor os conceda su paz.

El uno de julio, desde este lugar santo, se eleva una oración especial al Padre por el don de la Preciosísima Sangre de su Hijo, nuestro Salvador. Una solemnidad única, que se celebra solamente AQUÍ en Jerusalén. El Custodio de Tierra Santa derramará pétalos de rosa sobre la roca sagrada en la que el Señor sudó sangre durante su oración al Padre ¡por nosotros!

Son múltiples los significados de la Sangre como signo concreto de nuestra Redención. ¡Quisiéramos compartir solo una perspectiva litúrgica existencial para poder contemplar y vivir nuestra alabanza y poder agradecer e interceder ante el Altísimo para que pueda renovar aún ese misterio de salvación y pueda extenderse a la humanidad necesitada de Él!

¿Cuándo «tocamos» realmente este don inmenso de la Sangre de Dios? Podríamos decir que, en todos los sacramentos, porque son siempre manifestación de la Vida del Único Dios, pero de modo sublime entramos en «contacto», o mejor, ¡el Altísimo desciende de su trono real para «habitar» en nosotros, en el Misterio de la Eucaristía, verdadero Cuerpo y verdadera Sangre! Al asumir este sacramento, que ni siquiera los ángeles imaginaban en su sabiduría, se tiene el privilegio de recibir las sagradas especies que, absorbidas por los jugos de nuestro cuerpo, como sucede con todos los alimentos, se convierten en sangre nuestra, misterio sublime.

La Eucaristía contiene, no metafóricamente sino realmente, el Cuerpo Santísimo del Señor Jesús.

Así nuestra persona (cuerpo-espíritu) retiene en sí la gracia que emana este Cuerpo completo, Carne, Sangre, Alma y además la Divinidad, que es el Cuerpo del Verbo de Dios, convirtiéndose increíblemente en templo del Dios vivo.

Todo esto no permanece ajeno al misterio del mal (acción ordinaria del Maligno), que impera en nuestro tiempo intentando de cualquier forma alejarnos del Señor a través de guerras, discordias, sutiles celos y divisiones. ¡Típicas consecuencias del mal! ¡Por sus frutos se reconoce al árbol! Pero todo esto puede convertirse para nosotros en motivo de oración intercesora, para que la humanidad pueda ser todavía la santa morada del Altísimo, que siempre pide tener un lugar donde poder apoyar la cabeza. Cada uno de nosotros puede ser este «lugar» santo… ¡amando verdaderamente al Señor!

Una oración especial se eleva al Padre desde este lugar… decíamos al principio. El motivo es también el aniversario del nacimiento del Eremitorio de Getsemaní, lugar consagrado a la oración que surgió hace 35 años. Os pedimos una oración especial para que el Señor lo custodie y pueda mejorarlo aún más para acercar cada vez más almas a su deseo infinito: “¡Quedaos aquí conmigo, velad y orad… mientras yo rezo!” (Cfr Mt 26,38.41).

En esta oración nuestra (Hora Santa) y en cada Eucaristía damos gracias, ¡alabamos siempre al Padre por semejante Misterio insondable! Imploramos el don de su conocimiento, el don de su Paz.

El Señor os bendiga,
Fr. Diego Dalla Gassa
Fraternidad de la Agonía de Getsemaní
Eremitorio

Hora Santa

 

1 comentario en “Comenzando julio …

  1. El Misterio insondable. Y se sustenta sobre gestos, palabras y elementos físicos materiales: pan, vino, agua.
    Lo sublime, el misticísmo soportado por la materia. La oración, incluso la plegaria eucarística, sujeta a cuerpo, mente, emoción, afectos, ritmo cardíaco, ritmo respiratorio…
    «Acongojante»

    Y, más poesía: pétalos de rosa sobre la roca sagrada en la que el Señor sudó sangre

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