Cuaresma catequética y primavera

 

Catequesis para difundir entre los más pequeños, hijos, sobrinos y nietos:
Los diez mandamientos

 

 

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Hoy es la fiesta de san Martín, apóstol de Galicia (+ 580 c.).
San Isidoro, en su De viris illustribus,
realizó la primera biografía de Martín de Braga (Dumiense):

 

«Martín, el santo Pontífice del monasterio de Dumio, llegó a Galicia por mar desde las tierras de Oriente.
Allí, tras haber convertido al pueblo suevo de la impiedad arriana a la fe católica, fijo la norma de la fe y de la santa religión, consolidó las iglesias, fundó monasterios y puso por escrito numerosas enseñanzas para la formación religiosa.

Yo, por mi parte, he leído su libro sobre «Las diferencias entre las cuatro virtudes» y otro volumen de epístolas, en las que exhorta a la enmienda de la vida y a la práctica de la fe, a la insistencia en la oración y al reparto de limosnas, y, sobre todo, al cultivo de todas las virtudes y de la religión.
Floreció bajo el rey de los suevos Teodomiro, en la época en que Justiniano y Atanagildo ejercieron el poder en el imperio [bizantino] y en España».

 

 

Algunas sentencias difundidas por san Martín de Braga o Dumiense:

 

«Un monje hizo esta pregunta al abad Juan:
los ayunos y las vigilias que hacemos, ¿para qué sirven?
Respondió el anciano:

esas prácticas hacen humilde al alma. Así está escrito:

«Ve mi humildad y mi trabajo, y perdona todos mis pecados»

(Sal 24, 18). Si el alma trabaja en estas cosas, Dios se compadece y se apiada de ella.

 

Preguntó un monje al anciano, diciendo:
¿cómo es que el alma se deleita en las pasiones?
El anciano respondió:
el alma se deleita en las pasiones,
pero el Espíritu de Dios es quien la llena.
Debemos, por consiguiente, llorar
y estar atentos a aquellas cosas inmundas que hay en nosotros,
rogando a Dios, que es poderoso en todo,
que corte en nosotros las semillas malignas.
María [Magdalena], en efecto, cuando se inclinaba para llorar en el sepulcro,
se le apareció inmediatamente el Señor,
y su dolor se trocó en alegría.
Así es el alma, si ama las lágrimas.

 

Un monje preguntó a un anciano, diciendo:
abad, dime una palabra de salvación.
El anciano respondió:
vete y pide al Señor que te dé tener dolor y humildad en tu corazón,
y ten presente siempre tus pecados.

 

Un cierto monje preguntó a un anciano, diciendo:
¿qué haré por mis pecados?
El anciano respondió:
el que quiere librarse de los pecados, se librará de ellos con el llanto,
y el que quiera edificar en sí mismo virtudes, edifique con llanto.
La misma Escritura es un llanto.
En efecto, nuestros padres dijeron esto a sus discípulos:
llorad.
No hay otro camino para la vida si no es este mismo».

 

(Sentencias de los Padres de Egipto
traducidas del griego y difundidas en España por san Martín de Dumio)
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Hoy comienza la primavera en el hemisferio Norte:
la Tierra se encuentra en el centro de la órbita del sol
y éste cruza el ecuador celeste hacia el Norte.
Así se produce el equinoccio de primavera y prácticamente coinciden la duración del día y la noche.
Los equinoccios y los solsticios -señalados en los antiguos calendarios hispanos-
son la ocasión para contemplar a Cristo como Cronócrator:
Señor del tiempo y de la historia.
Con la llegada de la primavera, los días se alargan cada vez más y anochece más tarde,
una señal de que se acerca el controvertido cambio de hora.
De hecho, este cambio se producirá en la noche del sábado 27 al domingo 28 de marzo,
cuando las agujas del reloj tendrán que adelantarse una hora
porque a las 02.00 horas serán las 03.00 horas
y dormiremos una hora menos.

 

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Goya, Muerte de san José.

 

1 comentario en “Cuaresma catequética y primavera

  1. Dolor y humildad: parece una receta que no lleva a la alegría sino todo lo contrario. Pero hay que entender el sentido de las palabras. Dolor, no físico, sino de espíritu, dolor por los pecados cometidos y la falta de fé. Humildad, siempre humildad. Es de las virtudes más difíciles de poseer. El amor propio, el orgullo y la soberbia son sus enemigos.
    Al final esta receta da al final alegría. Permite que nos llenemos del Espíritu Santo y eliminemos esas semillas malignas que, si bien estarán siempre presentes hasta cierto punto, podrán serán menos con ese dolor y humildas.

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