Con la Ascensión
se inaugura la intercesión de Cristo como Sacerdote ante el Padre
para impetrar el Espíritu Santo en favor de todos nosotros:
“Delante del Trono brilla un mar de vidrio,
cuatro seres evocando criaturas animales:  
uno tenía aspecto humano,
otro rugía como un león,
el becerro significa el sacerdocio
y otro volaba como un águila
en dirección a los astros.

Cuatro seres con seis pares de alas cada uno…
proclaman a coro sin cesar:
“Santo, Santo, Santo”
Al que era, al que es y al que vendrá.

Sentados en torno veinticuatro ancianos,
revestidos todos de túnicas blancas y coronas doradas
quemando incienso en vasos dorados
entonan salmos al son de sus cítaras”.

Del himno hispano-mozárabe Te centies mille legionum angeli 
en Hymnodia Gotica, pp. 88-89; Breviarium Gothicum, ff. 382-383.

+++

En España, este domingo VII de Pascua
se celebra la Ascensión de Señor a la derecha del Padre.
El salmo 46 es una profecía de este evento:
El Señor asciende entre aclamaciones…
se sienta en su trono sagrado.
La liturgia celebra en este día la glorificación del Señor Jesús.
Este misterio inaugura la nueva presencia por el Espíritu.
Pedimos su presencia con esta versión del <Veni Creator>:
 
Ven, Espíritu Creador, 
visita las almas de tus fíeles 
y llena de la divina gracia los corazones, 
que Tú mismo creaste. 
 
Tú eres nuestro Consolador, 
don de Dios Altísimo, 
fuente viva, fuego, 
caridad y espiritual unción. 
 
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; 
Tú, el dedo de la mano de Dios; 
Tú, el prometido del Padre; 
Tú, que pones en nuestros labios 
los tesoros de tu palabra. 
 
Enciende con tu luz nuestros sentidos; 
infunde tu amor en nuestros corazones; 
y, con tu perpetuo auxilio, 
fortalece nuestra débil carne, 
aleja de nosotros al enemigo, 
danos pronto la paz, 
sé Tú mismo nuestro guía, 
y puestos bajo tu dirección, 
evitaremos todo lo nocivo. 
 
Por Ti conozcamos al Padre, 
y también al Hijo; 
y que en Ti, 
Espíritu de entrambos, 
creamos en todo tiempo., 
 
Gloria a Dios Padre, 
y al Hijo que resucitó, 
y al Espíritu Consolador, 
por los siglos infinitos. Amén.