Difundir la Palabra 

 

El Liber commicus o leccionario
contiene las lecturas bíblicas
de la liturgia eucarística hispano-mozárabe

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<Cada católico con su Biblia>
este hermoso lema vamos a llevarlo a la práctica
proponiéndonos
leer un texto de la Palabra de Dios cada día
regalando la Biblia a nuestros seres queridos y amigos
con ocasión de cumpleaños, fiestas, bodas, aniversarios, etc.

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Dediquemos atención al estudio de los documentos del Concilio Vaticano II.
Muchos hablan del concilio pero pocos lo han leído.
Hay muchas publicaciones de textos conciliares en papel e internet.
Sobre la revelación divina podemos leer
la Constitución Dei Verbum (DV):

Constitución dogmática Dei Verbum

“Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación, con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras. En su tiempo llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, al que luego instruyó por los Patriarcas, por Moisés y por los Profetas para que lo reconocieran Dios único, vivo y verdadero, Padre providente y justo juez, y para que esperaran al Salvador prometido, y de esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio.

Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas, «últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo«. Pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, «hombre enviado, a los hombres», «habla palabras de Dios» y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió. Por tanto, Jesucristo -ver al cual es ver al Padre-, con su total presencia y manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna.

La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tim., 6,14; Tit., 2,13). [DV 3s]

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Hoy es la fiesta de san Millán.

Su celebración se encuentra ya en el «Calendario mozárabe de Córdoba» y en el «Antifonario de León».

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