Domingo de la Santa Trinidad

 

El círculo es la forma perfecta para los filósofos para expresar la omnipresencia todopoderosa, la perfección divina, que puede traducir la idea de la Trinidad.

Tres círculos concéntricos con el monograma de Cristo indican las tres personas divinas de la Santa Trinidad, en tonalidades azules de distinto grado.

La representación simbólica de la Trinidad se vale de otras formas iconográficas:
letras de alfabeto, la mano de Dios asociada al cordero y a la paloma, la etimasía (trono)…
la repetición del número tres en objetos perfectamente idénticos (el trébol de San Patricio), etc.

***

Los hijos de Dios,
entre el tiempo, el amor y la muerte,
la «trinidad» humana,
elevamos nuestra plegaria
en este domingo:

 

«Envía, oh Señor, el Espíritu de adopción
por el que te llamamos: «Abba, Padre»,
para que confesemos que tú eres en verdad
el Padre de tu Unigénito,
y conozcamos que entre los hijos de Dios
no hay otro semejante a él.
Él no ha sido adoptado por ti,
sino que es consubstancial contigo por generación,
no es semejante a ti por gracia sino igual por naturaleza.
Por este inviolable misterio de la fe,
concédenos que,
cuando el Señor regrese dichoso en su gloria,
salgamos a su encuentro junto con aquellos hermanos nuestros,
de quienes hacemos memoria ante el altar con temor,
que, renacidos por el don del Espíritu Santo,
han dejado ya esta vida. R/. Amén.
Porque tú eres la vida de los que viven,
la salud de los enfermos,
y el descanso de todos los fieles difuntos
por todos los siglos de los siglos. R/. Amén.

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Oramos por todos los monasterios
y las vocaciones a la vida consagrada.

 

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