“Con los salmos celebramos el nacimiento del día,
y con los salmos cantamos a su ocaso”
(S. Ambrosio, Salmo 1, 9).
Además de aquellos de la Liturgia de las Horas,
el salmo de la misa,
con el que respondemos a la primera lectura,
tiene una importancia especial
para la oración dominical.
“Tú cuidas de la tierra” (sal 64)
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