EL TIEMPO PASCUAL en la enseñanza de la Iglesia romana

Algunos puntos de la Carta <Paschalis Sollemnitatis>

 

  1. La celebración de la Pascua se continúa durante el tiempo pascual. Los cincuenta días que van del domingo de Resurrección al domingo de Pentecostés se celebran con alegría, como un solo día festivo, más aún, como el «gran domingo» (105).
  1. Los domingos de este tiempo han de ser considerados y llamados como «domingos de pascua» y tienen precedencia sobre cualquier fiesta del Señor y cualquier solemnidad… (106).                                                                      Las celebraciones en honor de las Santísima Virgen o de los santos, que caen entre semana, no pueden ser trasladadas a estos domingos (107).

  1. Para aquellos adultos que han recibido la iniciación cristiana durante la Vigilia pascual, este tiempo ha de considerarse como un tiempo de «mistagogia».Donde haya neófitos obsérvese cuanto prescribe el Rito de iniciación cristiana de adultos, nn: 37-40 y 235-239. En todas partes, además, durante la octava de Pascua hágase memoria en la plegaria eucarística de los que han recibido el bautismo en la Vigilia pascual.
  1. Los neófitos tengan reservado un lugar especial entre los fieles durante todo el tiempo pascual, en las Misas dominicales. Los neófitos procuren participar en las Misas junto con sus padrinos. En la homilía y, en cuanto sea posible, en la plegaria universal o de los fieles, hágase mención de ellos. Organícese una celebración especial según las costumbres de la propia región, en las cercanías de Pentecostés, para terminar el tiempo de la mistagogia (108). Es muy conveniente que los niños reciban su primera comunión en estos domingos pascuales.
  1. Los pastores han de recordar y explicar a los fieles durante el tiempo pascual el sentido del precepto de la Iglesia de recibir la Eucaristía en este tiempo a los cristianos que ya han hecho la primera comunión (109).      Se encarece que durante este tiempo, y especialmente durante la semana de Pascua, se lleve la comunión a los enfermos.
  1. En aquellos lugares donde es costumbre bendecir las casas con motivos de las fiestas pascuales, el párroco, o en su defecto otros presbíteros o diáconos delegados por él, cuidarán de hacerlo, aprovechando esta ocasión para ejercer sus funciones pastorales (110).                                                                                            El párroco acuda a las casas para hacer visita pastoral a cada familia, mantener un coloquio con sus miembros, y celebrar con ellos un momento de oración, usando los textos de Bendicional (111).                      En las grandes ciudades véase la posibilidad de reunir varias familias a la vez, para celebrar en común la bendición.
  1. Según la diversidad de países y culturas, existen muchas costumbres populares vinculadas con las celebraciones del tiempo pascual que quizá suscitan una mayor participación popular que a las mismas celebraciones litúrgicas. Tales costumbres no han de ser despreciadas, dado que a menudo expresan bien la mentalidad religiosa de los fieles. Las Conferencias Episcopales y los Ordinarios del lugar preocúpense para que estas costumbres, que pueden favorecer la piedad, puedan ser ordenadas del mejor modo posible con la liturgia, se llenen profundamente de su espíritu y guíen al Pueblo de Dios hacia la misma (112).
  1. El domingo de Pentecostés concluye este sagrado período de cincuenta días con la conmemoración de la donación del Espíritu Santo derramados sobre los apóstoles, el comienzo de la Iglesia y el inicio de su misión a todos los pueblos, razas y naciones (113).

Se recomienda la celebración prolongada de la Misa de la Vigilia de Pentecostés, que no tiene un carácter bautismal como la Vigilia de Pascua, sino más bien de oración intensa según el ejemplo de los apóstoles y discípulos, que perseveraban unánimemente en la plegaria juntos con María, la Madre de Jesús, esperando el don del Espíritu Santo (114).

  1. «Es propio de la fiesta pascual que toda la Iglesia se alegre por el perdón de los pecados que ha tenido lugar no sólo en aquellos que han renacido por medio del Santo Bautismo, sino también en aquellos que desde hace tiempo son contados entre el número de los hijos adoptivos de Dios» (115). Mediante una actividad pastoral más intensa, un esfuerzo de profundización espiritual por parte de cada uno y con la gracia de Dios, cuantos participen en las fiestas pascuales, podrán conservar en su vida y sus costumbres la realidad de la Pascua (116).

Cf. http://www.mozarabia.es/paschalis-sollemnitatis/

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