Encuentro con la Pascua

<Nuestro primer encuentro con su Pascua [del Señor]
es el acontecimiento que marca la vida de todos nosotros,
los creyentes en Cristo: nuestro bautismo.
No es una adhesión mental a su pensamiento
o la sumisión a un código de comportamiento impuesto por Él:
es la inmersión en su pasión, muerte, resurrección y ascensión.
No es un gesto mágico:
la magia es lo contrario a la lógica de los Sacramentos
porque pretende tener poder sobre Dios
y, por esa razón, viene del tentador.
En perfecta continuidad con la Encarnación, se nos da la posibilidad,
en virtud de la presencia y la acción del Espíritu,
de morir y resucitar en Cristo>.
(Papa Francisco, DD 12)

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En las liturgias occidentales los dones presentados sobre el altar eran cubiertos de un velo.
La catequesis galicana vincula su develatio
(descubrimiento de las ofrendas para la consagración)
con la oración por los difuntos:

“Los nombres de los difuntos son recitados en el momento de levantar el velo,
pues será en aquella hora la resurrección de los muertos,
cuando venga Cristo y el cielo se repliegue como un rollo (Is. 34, 4)”.
(Ps. Germán de París, Exp. Missæ, 21).

Con esta oración de la liturgia hispana nos unimos a todos los que recuerdan u oran por los difuntos:

Imploramos, Cristo Señor, tu clemencia misericordiosa,
para que los nombres que recitamos ante tu altar
estén inscritos en el libro de la vida,
y el sacrificio de tu Cena sea descanso para los difuntos
y salvación para los vivos. R. Amén.

Porque Tú eres la vida de los que viven,
la salud de los enfermos,
y el descanso de todos los fieles difuntos
por todos los siglos de los siglos. R. Amén.

(cf. PS del JS lit Hisp-Moz)


Dones velados durante la misa y «desvelados» tras la mención de los nombres de los difuntos

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Recorremos la exposición: «En torno a las columnas de Hércules»
en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid):

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