son los títulos mesiánicos del día 23 de diciembre

Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro,
esperanza de las naciones y salvador de los pueblos:
ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.

Mateo cita en su evangelio, como realizada en Jesús, la vieja profecía: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que Dios había dicho por medio del profeta Isaías: <Una joven virgen quedará encinta y tendrá un hijo. Llamarán a ese niño Enmanuel que significa Dios con nosotros>” (cf. Mateo 1, 22ss; Isaías 7, 14). La virgen embarazada es el signo, la señal prodigiosa, que Dios ofrece de su presencia. “¡Enmanuel!” será la invocación del pueblo ante cualquier dificultad o temor (cf. Is 8, 8. 10). Una presencia divina no es pasiva. Dios se hace presente como aquel que interviene en la vida del pueblo; de ahí, los dos títulos mesiánicos – Rey y Legislador – que hacen comprender el misterio esperado: “Habrá un día en que se dirá: <He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado para que nos salvase; éste es el Señor a quien hemos esperado; nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación” (Isaías 25, 9).

El mismo evangelista que aplica el título Enmanuel a Jesús (el que salva), nos relata el episodio de aquellos magos que se presentan en Jerusalén preguntando:

“¿Dónde está el rey que ha nacido?” (cf. Mateo 2, 2). Es realmente una paradoja: el que trae la salvación, como rey pacífico, se ha de enfrentar con el rey de Jerusalén que no espera y provoca violencia y muerte. Sin embargo, para el creyente la fe incide en su vida concreta con consecuencias salvíficas: “El Señor es nuestro juez, es nuestro legislador, es nuestro Rey: él mismo nos salvará” (Isaías 33, 22). Los magos del evangelista Mateo, sin nombre e incierto número, representan esas naciones y pueblos que no han perdido la esperanza de la salvación.

¡Señor, que nos pongamos en camino
sin desfallecer en la espera!
¡Concédenos el mismo Espíritu
que cubrió con su sombra a la Virgen, santa María!