Esperando al Señor: virtudes cardinales 

San Jorge de Lida fue un santo antiguo -celebrado por la liturgia hispana-
que en el Medievo fue presentado como modelo de las cuatro virtudes fundamentales

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Hoy comenzamos en el Rito romano un año litúrgico nuevo:
se entroniza el Leccionario que contiene los textos de la Palabra de Dios
que nos van a servir como alimento en este nuevo ciclo.
San Lucas será -fundamentalmente- el ayo en nuestro seguimiento de Cristo.
Hoy repetimos con el salmo 24:  A ti, Señor, levanto mi alma.
En la misa dominical escucharemos la lectura del evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36.

 

AUDICIÓN: Veni Domine Iesu

Levantamos la cabeza ante el Señor que viene, con las lámparas encendidas, fundamentando nuestra vida en los pilares que llamamos virtudes.

“Dentro del capítulo de las virtudes hay que destacar las llamadas virtudes cardinales sobre las que descansa toda la vida moral y de las que proceden el resto de las virtudes. Estas virtudes son cuatro:
la prudencia que es la recta regla de la acción que, a la luz de los principios morales guía a la libertad en todos los casos particulares y según las circunstancias;
la justicia, que regula la relación con los demás para dar a cada uno lo que es debido;
la fortaleza, que consiste en resistir en el bien y afrontar con coraje los riesgos, apartando el temor y la temeridad;
finalmente, la cuarta virtud cardinal es la templanza, que modera el uso de los bienes sensibles, la atracción del placer y el equilibrio en el uso de los bienes creados.
De estas cuatro virtudes cardinales derivan el resto de virtudes, cuya lista se puede alargar hasta abarcar todos los aspectos de la vida humana y cristiana: la humildad, la paciencia, la magnanimidad, la generosidad, la gratitud, la perseverancia, la castidad, la lealtad, la modestia, etc.  
La sagrada Escritura, fundamentalmente en los libros sapienciales (Proverbios, Sabiduría, etc.) y San Pablo en el Nuevo Testamento, recogen distintas virtudes que el apóstol señala como frutos del Espíritu Santo.
En este sentido, se puede consultar la Carta a los Gálatas en la que distingue las apetencias de la carne y los frutos del Espíritu: amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y continencia (Gal 5,19-23). Del mismo modo, en la Carta a los Colosenses describe la nueva vida en Cristo y las virtudes cristianas (Col 3)”.

(J. A. Reig, obispo complutense)

 

Este cuadro de virtudes, predicado profusamente por los Padres hispanos,
es muy útil para examinar nuestra conducta y pedir la fuerza del Espíritu.

 

No olvidemos colocar nuestra Corona en el hogar:
como adorno de puertas, como centro de mesa con sus velas, etc.

AUDICIÓN: Maran athá (Taizé)

 

Además de las lecturas bíblicas propuestas
reproducimos estas pistas para vivir el Adviento:

 

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Encendido de la Corona de Adviento

V. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, luz y paz.
R. Demos gracias a Dios.

Versículo
V. El Señor consuela a Sión.
R. Convertirá su desierto en un Edén.

Oración
V. Oremos.
Señor y redentor nuestro,
rey que viniste humilde un día casi escondido
y fuiste alabado por los pequeñuelos y por los niños de pecho:
ilumina nuestro interior con el esplendor de tu paz
y purifica nuestra conciencia con la dulzura de tu amor,
para que sosegados te esperemos a ti, autor de la paz,
y en las contrariedades de esta vida
seas para nosotros un custodio y un protector.
R. Amén.

V. Te lo pedimos a ti,
luz de los fieles y guía de los hombres,
que vives y reinas con el Padre y con el Espíritu Santo,
un Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Trisagio
V. Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal,
el que era, el que es, el que viene.
R. + Ten misericordia de nosotros.
[El signo + es para signarse con la señal de la cruz]

 

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