<La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor,
que comprende -a la vez-
el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión.
La relación entre los dos aspectos del misterio pascual
se han de evidenciar en la celebración en la catequesis del día.
La entrada del Señor en Jerusalén, ya desde antiguo,
se conmemora con una procesión,
en la cual los cristianos celebran el acontecimiento,
imitando las aclamaciones y gestos que hicieron los niños hebreos
cuando salieron al encuentro del Señor,
cantando el fervoroso «Hosanna»>.
(Carta Fiest Pasc., 28s).
es conveniente que se haga una celebración de la Palabra de Dios
sobre la entrada mesiánica y la Pasión del Señor,
ya sea el sábado por la tarde, ya el domingo a la hora más oportuna>.
(Carta Fiest Pasc., 31).
Además de la aclamación Hosanna (=¡Sálvanos!),
los cantos indicados para este día
que deberían aprenderse por su importancia
son el salmo 23 y el salmo 46.
AUDICIÓN:
Salmo 46
El origen de la procesión de los ramos hay que buscarlo en las costumbres de la iglesia de Jerusalén en el siglo IV. La entrada triunfal de Cristo en la ciudad santa, que se cumplió según la profecía de Zacarías (9:9), había sido considerada ya desde el siglo II como una de las más grandes afirmaciones de su mesianidad…
Refiere [la peregrina hispana] Eteria que, en el domingo anterior a la Pascua, el pueblo con el obispo se reunía en el monte de los Olivos… Comenzaban a cantar himnos y antífonas, intercalados con lecturas escriturísticas y oraciones; después, leído el evangelio que describe la entrada de Jesús en Jerusalén, se levantaban todos y, teniendo en sus manos ramas de olivo y de palmas, entre el canto de himnos y salmos alternados con el estribillo Benedictus qui venit in nomine Domini, descendían procesionalmente con el obispo a la ciudad…
Con el tiempo, el pintoresco rito hierosolimitano creció en importancia y en solemnidad, porque en el siglo VI eran cinco las estaciones en las cuales se paraban durante el recorrido, y otras iglesias orientales, entre ellas Edesa y Constantinopla, la habían introducido en su ritual.
Nos es desconocido cómo y cuándo precisamente el uso litúrgico hierosolimitano haya pasado a Occidente. Las primeras señales ciertas se encuentran para España en San Isidoro de Sevilla (+ 636), en el Líber ordinum mozárabe y en el misal de Bobbio [céltico], cuyas fórmulas muestran evidentes puntos de contacto con el antiguo rito español y con la liturgia bizantina.
(Cf. Righetti)
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Allá donde pasemos la Semana Santa
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para cualquier función o ministerio
que se precise.
Qué interesante que el rito hierosolimitano del Domingo de Ramos se introdujera en España precisamente en la Sevilla mozárabe de San Isidoro, en el Liber Ordinum mozárabe basado escritos de la Peregrina Eteria, de la diócesis de Hispania. Eteria es conocida también como la «peregrina gallega». Viajó ampliamente por tierras santas, incluyendo Jerusalén, entre 381 y 384 y recogió detalles de sus viajes en su libro «Itinerarium ad loca sancta».