«Éste es el día que hizo el Señor,
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Éste es el día que las tinieblas no lograron apagar.
Éste es el día que no ha estado precedido
por ningún otro ni le pondrá término ninguna noche.
Éste es el día durante el cual el que camina no tropieza.
Éste es el día que nunca nada podrá hacer olvidar,
ni el paso de los siglos lo podrá obscurecer.

El que permanece siempre con el Padre,
nos ilumina hoy con resplandor inmortal
al resurgir victorioso de la muerte.
Que Él llene nuestra mente,
que lo proclamen nuestras palabras,
que lo adore nuestro espíritu,
que lo glorifiquemos y lo llevemos en el cuerpo;
pidámosle con oración constante
que -a quienes libró del dominio de la primera muerte
y les devolvió la libertad por la cruz
y la pasión de su carne-
no les permita ser presa de la ruina de la segunda muerte.
R/. Amén.
Él, que posee contigo una misma e igual esencia,
Dios por los siglos de los siglos.
R/. Amén».

(De la liturgia pascual en la tradición hispano-visigoda)

Audición: salmo 117 (Manzano)

***

Mañana, martes, en la misa en Rito hispano
podemos encontrarnos
después de haber celebrado la santa Pascua
en nuestras respectivas parroquias (19 h.).

***

Hoy rezamos esta antigua oración visigótica:

» Cristo, Dios nuestro,
al crear el firmamento en el día segundo [o lunes],
firmamento que era figura del suelo firme que son las Escrituras en la Iglesia,
quisiste separar los ángeles del cielo de los hombres que habitan la tierra,
como se separaron al comienzo las aguas unos de otras;
al constituir dos Testamentos
hiciste realidad la figura del antiguo sacrificio
por una alianza nueva en la inmolación de tu Cuerpo.
Concédenos que nos asociemos en espíritu a las potencias angélicas,
como a aguas superiores,
y tendamos siempre a lo alto.
Haz también que de tal manera prevalezca en nuestro corazón
la firmeza y solidez de una u otra Ley,
que la fuerza de tu Resurrección nos lleve a los gozos eternos».

(Oracional visigótico, n. 880; plegaria vespertina para lunes de Pascua)