Fiesta del Encuentro

Hace hoy cuarenta días hemos celebrado, llenos de gozo, la fiesta del Nacimiento del Señor.

Hoy es el día en que Jesús fue presentado en el templo para cumplir la ley, pero sobre todo para encontrarse con el pueblo creyente.
Impulsados por el Espíritu Santo, llegaron al templo los santos ancianos Simeón y Ana que,
iluminados por el mismo Espíritu, conocieron al Señor y lo proclamaron con alegría.
De la misma manera nosotros, congregados en una sola familia por el Espíritu Santo, vayamos HOY DOMINGO a la casa de Dios, al encuentro de Cristo.
Lo encontraremos y lo conoceremos en la fracción del pan, hasta que vuelva revestido de gloria.
En muchos lugares se bendicen las candelas y se hace una procesión marchando al encuentro del Señor.
***

 

A la hora de la comida, para la bendición de acción de gracias, se puede encender una candela y rezar:
<Oh Dios, luz verdadera, autor y dador de la luz eterna,
infunde en el corazón de los fieles la luz que no se extingue,
para que, cuantos son iluminados por la luz de esta candela,
puedan llegar felizmente al esplendor de tu gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

***
Al caer la tarde, al encender la luz vespertina para orar, damos gracias a Dios por las madres de familia y pedimos el don de vocaciones para la vida monástica, religiosa, virginal, eremítica, misionera y apostólica de la Iglesia con este responsorio bíblico:
<Ant. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Ant. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
Ant. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
A quien has presentado ante todos los pueblos.

Ant. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel> (cf. Lc 2,29ss).

Antífona del día:

Sión, adorna tu tálamo nupcial
para recibir a Cristo Rey.
Abraza a María, puerta del cielo.
Ella lleva al Rey de la gloria de la nueva luz.
Se detiene la Virgen entregando con sus manos
al Hijo engendrado antes de la aurora,
y Simeón al recibirlo en sus brazos
predicó a los pueblos
que Aquel era el Señor de la vida y la muerte
y el Salvador del mundo.

 

Adorna thalamum tuum, Sion, et suscipe Regem Christum:
amplectere Mariam, quae est coelestis porta:
ipsa enim portat Regem gloriae novi luminis.
Subsistit Virgo adducens manibus Filium ante luciferum genitum:
quem accipiens Simeon in ulnas suas praedicavit populis Dominum eum,
esse vitae et mortis, et Salvatorem mundi.

 

2 comentarios en “Fiesta del Encuentro

  1. «Así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia.»

    «Adorna tu tálamo nupcial
    para recibir a Cristo Rey.
    Abraza a María, puerta del cielo….»

  2. Cantiga de Santa María número 417 – Purificación-Candelaria, que se celebra el 2 de febrero. Construcción musical en forma de virelai sólo repetida en las Cantigas 341 y 356. Nos cuenta la alegría de San Simeón cuando ve al Hijo de María que es presentado en el templo.
    Alfonso X el Sabio 1275.

    https://youtu.be/9UW2SMw5d-I

    MARIOLOGÍA DE LAS CANTIGAS
    La audición de las Cantigas alfonsíes (interpretadas por Eduardo Paniagua) nos hace experimentar un verdadero encuentro personal entre la obra del Rey Sabio, su mundo y nosotros, en los inicios del S. XXI, por la mediación frágil de unos signos escritos en un códice del S. XIII. Es el milagro del pasado convertido en presente.
    Gracias a la audacia y el entusiasmo de un Rey anacrónicamente ecuménico el alma popular, en su sensibilidad íntima de piedad mariana dispersa en puntos distantes de la cuenca mediterránea, se acerca a nosotros para susurrarnos confidencialmente el sentido profundo de su fe. Más allá de la técnica audio-instrumental, de la estética interpretativa y de la sintonía espiritual de estas Cantigas, podemos bucear en el fondo religioso y teológico que late en esta poesía musical.
    Lo «divino femenino» en la revelación cristiana no se esfuma en la lejanía trasmítica de las diosas madres, sino que se encarna en nuestra realidad histórica concreta humana, en la que una mujer de carne y hueso, con su libertad personal, ha ofrecido a Dios su propio cuerpo para cooperar al acontecimiento irrepetible de la encarnación de Dios. De aquí brota la índole «narrativa» de la teología cristiana que tiene que frenar continuamente el exceso de la especulación abstracta que la amenaza.
    La opción de la mariología del Rey Sabio en sus cantigas opta por el recuento agradecido de las proezas históricas de Dios con su pueblo. No se contagia de la especulación de su tiempo elucubrando sobre los privilegios marianos, sino que, sintonizando con la incipiente teología franciscana del momento, ofrece un ramillete de narraciones, leyendas de milagros y favores que ha experimentado el pueblo sencillo. Y lo ha sabido transmitir como una herencia valiosa encarnada en sonido, en ritmo y en la luz de los códices miniados. Para expresar quién es la Virgen María, las Cantigas nos comunican lo que el pueblo ha experimentado de la presencia maternal de la Señora. Es experiencia pura encarnada en arte puro. Para acercarse más a la persona de María y presentarnos un retrato teológico de la Madre de Dios, Alfonso el Sabio nos narra en sus Cantigas los momentos cruciales de la vida de María, reflejados en sus cinco principales festividades del año litúrgico. Es un icono dinámico, a través del tiempo.
    Llama curiosamente la atención la festividad de diciembre en que se celebraba en aquella época la Virginidad de María, entendida como la pureza integral de su vida y persona. Es la consagración personal incondicional de la «esclava del Señor» que significa mucho más que la virginidad ritual de la religiones paganas. Es la «gratia plena», la enriquecida con la plenitud de gracia, como don gratuito de Dios y fruto anticipado de la redención de su Hijo. El Rey Sabio en la Cantiga 411 es testigo de la teología popular que más tarde elevaría a rango académico universal Escoto y los franciscanos sobre la Inmaculada Concepción de María en el seno de su Madre Santa Ana. Momento de polémica teológica entre franciscanos y dominicos, Buenaventura y Tomás de Aquino. Dice la Cantiga:

    «E logo que foi viva no corpo de sa madre
    foi quita do pecado que Adan, nosso padre,
    fezera per consello daquel que, pero ladre
    por nos levar consigo, a porta ll’é serrada do inferno.»

    Y luego que estuvo viva en el cuerpo de su madre,
    fue exenta del pecado que Adán, nuestro padre,
    cometiera por consejo de aquél que, aunque ladre
    para llevarnos consigo, la puerta del infierno le fue cerrada.

    El pensamiento teológico de las Cantigas se eleva hasta las cumbres del misterio trinitario contemplando a María en su relación a las divinas personas. Hija y creatura del Padre, convertida de hija en madre de su creador, en el Hijo por la gracia fecunda del Espíritu. Así María es la imagen ejemplar de cada miembro de la humanidad, en la Cantiga 414:

    «Deus buscou carne sagrada
    en que nos mostrasse humanidade
    comprida de todo ben…»

    Dios tomó carne Santa
    y nos mostró una humanidad
    cumplida de todo bien…

    En el pensamiento teológico de las Cantigas vemos reflejados los estudios tanto franciscanos como dominicanos de la relación de los dones del Espíritu Santo y la existencia cristiana, Cantiga 417. En María han fructificado los dones del Espíritu en la plenitud de la madurez cristiana que es la santidad.

    La audición y lectura de estas Cantigas en actitud de contemplación reposada, nos pueden conducir a la elevación espiritual de toda nuestra persona. Esta elevación no será un mero «estado de conciencia» como alejamiento de la realidad en una mística evasiva, sino una potenciación de nuestra humanidad y la solidaridad espiritual con los hombres y mujeres en su arte, sufrimientos y gozos.
    La mística de las Cantigas es ecuménica, humanística e integral. Nos eleva al mundo del espíritu y nos encarna en el mundo de la tierra. Nos humaniza y nos diviniza al mismo tiempo.
    Las Cantigas han sido extraídas de la tierra de los hombres y han sido regadas por el rocío del cielo.

    P. Francisco Caballero García

    https://youtu.be/9UW2SMw5d-I

    Cantiga de Santa María (CSM) – 417 Purificación – Candelaria
    (versión original galaico-portugués y traducción al castellano)

    Esta VII é como Santa María levou seu fillo ao templo e o offereçeu a San Symeon; e esta festa é no mes de febreyro.

    Nobre don e muy preçado foi Santa Maria dar
    a Deus quando ll’o seu Fillo foi no templo presentar.

    Quem viu nunca tam preçada cousa nen tam rico don
    como deu Santa Maria no templ’ a San Symeon
    quando lle deu Jhesu-Christo, seu Fill’, en offereçon,
    que fillou el nos seus braços ledo sobelo altar?

    Esto fez a Santa Virgen, pois que o tempo compriu,
    que foron quaranta dias des que seu Fillo pariu,
    e poren segund’ a lee no templo o offeriu
    con duas tortores mansas e de paonbas un par.

    Symeon, aquel sant’ ome a que o foi offerer,
    sempr’a Deus esto pidia que ante que a morrer
    ouvesse, que lle leixasse el o seu Fillo veer,
    que a enviar avia pera o mundo salvar.

    Logo que viu o menynno, enos braços o fillou,
    e beijando-lle os pees, con alegria chorou
    dizendo: “Pois este vejo, Deus, que viver-me leixou
    trões aqui, ben me pode des oy mais en paz levar.

    Pois que veen os meus ollos a ti, que es Salvador
    daqueles que t’asperamos e d’Irrael guardador,
    e que Deus comprid’ e ome es e do mundo Sennor,
    te rogo que me non queiras oi mais no mundo leixar”.
    ———————————————
    CSM – 417 Purificación – Candelaria

    Esta séptima es cómo Santa María llevó su Hijo al templo y lo ofreció a San Simeón; y esta fiesta es en el mes de febrero.

    Un noble y muy apreciado don fue a dar Santa María
    a Dios cuando le fue a presentar su Hijo en el templo

    Nunca se vio cosa tan apreciada ni tan rico don
    como dio Santa María en el templo a San Simeón,
    cuando le ofreció a Jesucristo, su Hijo, en ofrenda,
    poniéndolos alegre entre sus brazos sobre el altar.

    Esto hizo la Santa Virgen, pues había cumplido el tiempo, los cuarenta días, desde que parió su Hijo,
    y por tanto según la ley lo ofreció
    con dos tórtolas mansas y un par de palomas.

    Simeón, aquel santo hombre a quien se lo fue ofrecer,
    pedía siempre a Dios que antes que muriese,
    que le dejase ver a su Hijo,
    que le debía enviar a salvar al mundo.

    Luego que vio al niño, lo tomó en sus brazos,
    y besándole los pies, lloró con alegría diciendo: «Después que veo esto, oh Dios, que me dejaste vivir
    hasta aquí, bien me puedes desde hoy llevar en paz.»

    «Pues que mis ojos te ven a Ti, que eres el Salvador
    de aquellos que te esperan y eres guardador de Israel,
    que eres Dios y hombre y Señor del mundo,
    te pido que no me quieras dejar más en este mundo.»

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