La consagración en el Señor (III)
La vida eucarística

consagracionIndudablemente la vinculación al sacrificio de la Eucaristía bien vivida es de donde el consagrado ha de recibir la fuerza y el gozo de vivir unido a la cruz del Señor.

Es lógico también que la oración y la vida sacramental deban ser el centro de su vida, por muy necesarias que sean las  actividades 
apostólicas que pueda tener.


Los consagrados deben ser conscientes de que en tanto son de los hermanos en cuanto son de Dios, es decir, en cuanto sean capaces de desaparecer, de morir como el grano de trigo que se ha sembrado.


Los cristianos y en especial, los consagrados, psicológicamente nos resistimos a desaparecer, a no ver el fruto de nuestra donación y de nuestra entrega al Señor. Pero ser sacrificio, ser donación es lo propio de unos y de otros porque fue lo propio de Cristo. ¿Qué más da ver que no ver el fruto, si lo que importa es que el fruto se dé? Y el fruto lo da el Señor; no importa a través de quién lo de.


José Gea

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